Se atribuye la situación una “especie de mafia estudiantil” que se vale de presiones para conseguir sus objetivos y que terminan haciendo renunciar o logran la desvinculación de quien ocupe el cargo. Por ello nadie quiere dirigirlo.
“Los alumnos no dejan trabajar a nadie, cuando no se les da gusto ya denuncian mala gestión. Directores y docentes somos manoseados, nos obligan a justificar acciones educativas a la Asesoría Jurídica, publican panfletos con calumnias o detalles de la vida privada, nos difaman”, explica un catedrático.
Un grupo de estudiantes que exigió pasar de curso pese a no cumplir con méritos académicos y de asistencia, fue el responsable de la salida del último director nombrado. Desde entonces las autoridades siempre terminan desplazadas.
El actual equipo directivo de gestión aún está al frente. Karen Méndez, que forma parte de él, aclaró que no es encargada de despacho y refutó las acusaciones que esgrimió el Frente Revolucionario Estudiantil (FER) para tomar el colegio el pasado lunes.
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“Ninguno de sus reclamos tiene justificación. Los alumnos deben ser más responsables para acusar, cuando aquí todo está documentado, avalado por el MEC y con rendición de cuentas públicas”, dijo.
