Con casi 105 años, veterano del Chaco quiere seguir defendiendo la patria

El cabo 1º Zenón Benítez Franco, héroe de la Batalla de Boquerón que se recuerda hoy, sigue con el pulso de paraguayidad. Un balazo alojado en la clavícula, las injusticias y las ingratitudes no cercenaron el patriotismo de un guerrero sin par, que ahora tiene casi 105 años.

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ACAHAY (Aldo Lezcano, corresponsal). El héroe de la Guerra del Chaco nació el 22 de diciembre de 1908 en Acahay (tal como atestigua su cédula de identidad). Se define como orgulloso del heroísmo guaraní, que según su concepto nunca se arruga. “Si el paraguayo retrocede es para armar estrategia o para atropellar más fuerte como la oveja, tal como se hiciera en Boquerón”, refiere Zenón.
Una dura batalla

Con lucidez, argumenta que estuvo muy familiarizado con las armas, desde el fusil hasta con la ametralladora pesada. Refiere que cuando estaba culminado su servicio militar obligatorio, se anunció sobre las posibilidades de guerra, por lo que permaneció acuartelado. Cuando se desató la guerra en 1932, tenía 24 años y su servicio se extendió en el Chaco hasta la culminación de la contienda bélica. Peleó en diversas batallas, pero cataloga a Boquerón como la más cruenta.

“Fue muy dura e interminable, hubo demasiado derramamiento de sangre y personas muertas”, dice Zenón, quien tiene problemas auditivos y pierde el hilo de la conversación, pero habla con lucidez extraordinaria.

El héroe de guerra rememora que en Boquerón los adversarios eran numerosos, estaban bien armados y bien posicionados por lo que parecía que la suerte ya estaba sellada, pocos meses después de haberse iniciado la guerra. Primero resultaron estériles los ataques paraguayos; cuando se desplegó la línea de ofensiva, surgió el restablecimiento desde la retaguardia que efectivizó un ataque fulminante.

Vida o muerte

“Como por ansia de muerte reaccionamos, creo que Dios es paraguayo y nos ayuda”, dijo al sustituir el suspiro por una sonrisa en el rostro. “Era al todo o nada; la vida o la muerte. Si no fuese por aquella batalla ustedes hubieran sido hijos de bolivianos”, agregó.

Manifestó que cinco paraguayos que pelean heridos y arrastrados, equivalen a 50 enemigos, precisó.

En Boquerón solamente fue rozado por las balas, pero que en 1934 en una batalla muy dura –que ya no recuerda dónde–, fue herido en la clavícula derecha, pero siguió peleando.

“Era un día lluvioso, nos sorprendieron en la línea; creí que solamente estaba mojado y ya después me di cuenta que destrozaron mi clavícula derecha”, señala Zenón.

Rememora con orgullo que ni siquiera quiso irse a la sanidad, para no dejar con inferioridad numérica a sus superiores, comandados y camaradas. “Lo que más duele en la guerra es cuando en las peleas no haya tregua para dar agua o socorrer al camarada desangrado”, puntualizó.

A juzgar por sus expresiones, en la guerra, el poder ver a los seres queridos, nunca pasa de ser un sueño; esa esperanza se transforma en misterio en el fragor de la lucha. Para quienes tienen la suerte la parte más emotiva es el reencuentro del soldado con los seres queridos.

Se rejuvenece después de los 100

Entre jocosidades manifiesta que pareciera que desde los 100 años es como retrocediera la edad.
“Ya no camino muy rápido, pero me siento más joven que antes y si vienen a atacarnos cuenten conmigo como instructor”, dice Benítez, mientras probaba algunos sorbos de tereré en una guampa con los colores de su club Cerro Porteño. “Kóva ko guampapeguare hetereivevoínte che amigo”, agrega.

Ahora disfruta

Sus padres fueron Francisco Benítez y Rosa Micaela Franco. Es el sexto entre 8 hermanos. El mismo explica que no tuvo la oportunidad de avanzar en el estudio, pero realizó partes de la primaria para posteriormente ayudar a su padres en las labranzas.

Después de la culminación de la guerra trabajó en varios establecimientos ganadero y muchas veces en la búsqueda de mejores posibilidades estuvo por la Argentina. Se casó con Salustiana Villalba, con quien tuvo una sola hija.

Estando en Formosa con su nueva familia tomó la determinación de regresar al país, ante la negativa de la esposa e hijas que prefirieron quedarse en el vecino país.

Vivió en Villeta y creó un nueva familia en el afecto, adoptando como su segunda hija a una mujer de nombre Adriana Vera de Vera.

Esta se unió con un acahaiense de nombre Aldo Vera y con dicha familia vive en la actualidad en al compañía Costa Báez, 24 de Junio.

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