¿Cuál es su receta para vivir 100 años? Doña Eulogia Zaldívar, conocida cariñosamente como Lopeta, distingue varios e importantes ingredientes: el incondicional afecto de su marido, una alimentación sencilla, saludable, rica en fibra, y el amor filial.
Estudió en la escuela República de México, concluyó la carrera de secretariado, que no ejerció, pues se “anovió” a los 22 años con José Palumbo Spatuzza, con quien se casó en 1943. Su familia creció y fue cada vez más feliz al nacer José Martín, María Cristina, Estela, Alberto y María Irene.
Y la alegría de la cumpleañera es aún mayor con sus queridos 15 nietos y 22 bisnietos. El amor es mutuo, “me abrazan y siempre les hice fiesta. Me quieren mis hijos e hijas también, al igual que mis yernos y nueras”.
Acerca de su marido, expresa con mucho sentimiento: “Hasta ahora siento tanto que se haya ido. Me quiso tanto él, y también yo lo amaba. Nunca me dio ni un quebranto. Al contrario, era muy afectuoso y gentil”.
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Además, con cariño, era celoso. Prefirió que no aprenda a manejar y que no se maquille. Aunque después, cuando sus hijas eran más grandes, les decía que la maquillen, dado que le gustaba.
“El dinero lo manejábamos juntos, porque él sabía que jamás iba a malgastar” –cuenta y ríe–.
Acerca de su hija María Cristina define que “es mi joya”, al igual que todos sus hijos. “Ya al verla –rememora– Enrique Bendaña se enamoró de ella. Siempre fue linda luego, claro”.
Consideró adorables a sus suegros, Josefa Spatuzza y Vitorio Palumbo. “Mi suegra me quería mucho. Cuando yo estaba embarazada, me ofrecía prepararme los antojos y me acompañaba”. Tanto, que al visitarla le llevaba un ramo de flores que compraba del mercado, además de caramelos y boyitos (galletitas) para los nietos.
Admite que cuando se casó no sabía cocinar. “No hervía ni un fideo ni un arroz. Después, de casada, preguntando, aprendí y, según mi hijo Pepito, los ravioles más ricos que ha comido son los que yo preparaba, así como los ñoquis con salsa de tomate y muslitos de pollo”.
¿El secreto de su longevidad? Doña Lopeta responde: “El milagro fue que tuve un marido que siempre me quiso, me dio los gustos y nunca me dio un quebranto. Eso es. Así es”.
Otro secreto es la buena alimentación. “Siempre sencilla, nunca complicada, y con mucha fibra. Hasta ahora como mangos. Llegué a comer 10 a 12 mangos. Me gustan todas las frutas. Realmente a mí me gusta todo”.
Es además muy positiva y se actualiza e informa acerca de la realidad nacional e internacional. “Me gusta lo bueno, y no me gusta lo malo. No me gustan los ladrones ni la inseguridad. Valoro la honradez, el trabajo honesto, la paz, el afecto familiar y la capacitación”.
¿Más estrategias? Ser activa. Caminaba en el parque Caballero con su marido. Hasta hoy anhela que dicho sitio sea seguro y cuidado.
Elegante, nos recibió con un bello conjunto blanco de ao po’i bordado que le regaló su hija María Cristina. De cutis claro y suave, elige no teñirse el pelo y lo lleva corto. Se baña y se lava el cabello con jabón de coco, luego de las recomendaciones de un primo hermano que es médico. “A todas les digo que usen jabón de coco. Siempre me gustó lo natural”.
Paseandera, cada año viaja con su hijo Alberto y familia a Punta del Este, donde celebran el Año Nuevo.
Hacendosa, le encantaba confeccionar las prendas de sus hijas, con moldes elegidos de la revista Burda. Sabía tejer una maravilla, y así tejió las mantillas de cada nieto y bisnieto.
Al nombrarlos, sus ojos brillan de felicidad.
Amiga de todos, pone el acento en el amor, las buenas relaciones familiares, el diálogo permanente, la honradez y la paz.
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Fotos: Virgilio Vera
