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La decrépita Asunción, Madre de Ciudades, si no figura en la lista de las ciudades más sucias y descuidadas del mundo, quizás se deba a que no es el destino preferido de los turistas.
Sus calles y avenidas, en zonas con inversiones privadas multimillonarias, solo exhiben veredas destruidas y sucias, calzadas rotas y apenas recubiertas por finas capas asfálticas, espacios públicos mal iluminados, llenos de desperdicios arrojados a cualquier hora del día y de la noche. Estos paisajes urbanos se ven peores por la basura y la falta de obras públicas, porque G. 514.000 millones, el 62% de su recaudación, que el año pasado fue de G. 923.000 millones, fue a cubrir el salario de unos 9.000 funcionarios, que en su mayoría son operadores políticos.
La Municipalidad tiene 24 concejales, que en su mayoría no se destaca por presentar proyectos de infraestructura. Al contrario, casi todos utilizan el cargo como plataforma política para saltar a otros. Para las elecciones generales de abril, por ejemplo, se enfrascaron en campaña política Hugo Ramírez, titular de la Junta Municipal, y los ediles Daniel Centurión (ANR), Julio Ullón (ANR), Sebastián Villarejo (PQ), Tony Apuril (independiente), Carlos Arregui (PDP), Rodrigo Buongermini (Avancemos País), Víctor Ortiz (PLRA), Humberto Blasco (PLRA) y Augusto Wagner (PLRA).
Algunos ni siquiera integran comisiones legislativas, donde se analizan todos los temas que atañen a la ciudad. Peor aún, brillan por sus frecuentes ausencias a las reuniones, según las planillas. Algunos argumentan que “les coincide” con otras comisiones.