“El crack casi lo mató”, cuenta una desesperada madre de joven adicto

Con un pulmón con 18 agujeros, la cara quemada, el cuerpo desnutrido y al borde de la muerte, terminó el joven Luis*, de tan solo 15 años, luego de vivir tres años siendo adicto al crack, la droga que prevalece en las zonas más pobres del país.

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Luis es un poblador del Bañado Norte. Hace apenas una semana volvió del Centro Nacional de Control de Adicciones, donde estuvo internado durante un mes.

Su madre, Josefina Mendoza*, contó que llegaron a ese lugar con el chico “medio muerto”.

El sitio estaba al tope, con casos similares al de él. No había lugar. Como su situación era extrema a pesar de ser muy joven, los médicos hicieron todo lo posible para acondicionar un espacio para él, y quedó entonces internado.

Esa fue la segunda vez que dejaban a Luis en ese lugar para que sea rehabilitado. La primera vez fue a principios de este año, también durante un mes, que es el máximo periodo que mantienen a los adictos en el Centro de Control de Adicciones.

Lastimosamente, volvió a recaer, y esta vez tocó fondo. Física y mentalmente estaba en último estado, contó su madre. Sin embargo, los médicos ya le advirtieron esta vez que si vuelve a las drogas, no saldrá vivo. Esto fue un llamado de atención para Luis y su familia.

Josefina está más que preocupada por esto. Ella y su esposo, padre de Luis, son recicladores, lo que les obliga a estar fuera todo el día. El adolescente abandonó la escuela por las drogas, y por su condición actual no puede trabajar. La internación terminó y solo debe regresar a las consultas una vez por semana.

El problema que ve esta madre es que el proceso gratuito de rehabilitación al que acceden los que no pueden pagar un centro privado dura apenas un mes, y luego vuelven al mismo entorno donde se iniciaron en la adicción.

Ella ve a su hijo y estima que, con tres años de consumo, al menos necesita nueve meses de tratamiento. Son apenas los primeros cinco días desde que salió del centro, y aún manifiesta signos de ansiedad, como cualquier paciente que está en proceso de rehabilitación.

El adolescente ahora pasa el día en su casa, y ocasionalmente acompaña a sus padres en el trabajo del reciclado, pero la mayor parte del tiempo está en su vivienda, de una sola pieza, todo el día. Josefina reconoció que como sus “amigos” siguen rondando por el barrio, no se puede dejar de controlarlo un solo minuto. Allí “todos conocen” cómo y dónde se consiguen las drogas. Solo que las pocas denuncias que hacen algunos vecinos parecieran no tener notoriedad, pese a que en el medio de la comunidad hay un puesto policial. Hoy está en su casa, en el mismo barrio donde aprendió a fumar a los 12 años.

Su madre compartió su historia para manifestar esta y otras preocupaciones, al tiempo de hacer un llamado a la sociedad y al Gobierno para mirar este problema de otra manera.

–¿Cómo se dio cuenta de que su hijo estaba en las drogas?

–Cuando descubrí que estaba en las drogas fue un proceso muy fuerte para mí. Me chocó porque no esperaba, me sentí muy impotente, y pensé ¿qué hice mal? Lloré muchísimo.

–¿Había señales?

–Las primeras señales eran que se me perdían cosas. También que llegaba muy tarde, salíamos con su papá a buscarle toda la noche, a la madrugada. Salía a las dos de la tarde y pasada la medianoche no volvía. Perdió mucho peso, no quería ir a la escuela. Yo llamé a la Secretaría de la Niñez para que me ayude a buscarlo, pero siempre me decían que tenía que esperar 24 horas para que se considere desaparición, pero antes de que se cumpla eso ya volvía.

–¿Qué consumía?

–Crack, principalmente, que se le llama también ‘chespi’. Eso me contó una vez que se sinceró conmigo. Me dijo que empezó con marihuana y luego directamente al crack. Empezó a los 12 años y ahora tiene 15, pero pisó fondo a los 14 años, la primera vez que se internó.

–¿Qué fue lo primero que hizo?

–Cuando descubrimos que empezaron a faltarme cosas, porque robaba para comprar más droga, nos dimos cuenta. Como salíamos a reciclar con su papá, no descubrí en seguida. Yo le denuncié por robo… Fue para que aprenda. Fue a la Fiscalía y tuvo medidas, tuvo que volver al colegio, al Centro de Control de Adicciones, y tenía restricción de horario.

–¿Robó a otras personas?

–Una vecina me contó que había robado ollas de su casa. Le dije: “Si me querés ayudar, por favor denunciale”. Y lo hizo.

Llegó un momento que dije basta, demasiada paciencia ya le tengo, yo hago lo que puedo para sacar adelante a mi familia, y él no pone de su parte. Para que aprenda, yo le denuncié. Me dolió mucho, pero le denuncié.

–Pero luego volvió a caer…

–Sí. Fue al centro, pero cayó y siguió el consumo. Esta segunda vez que le internamos se internó medio muerto, porque tuvo una neumonía muy fuerte, y tenía la boca toda descompuesta por la pipa.

El crack le produjo 18 agujeros en los pulmones. Era un esqueleto andante. Ahora subió muchísimo, hay un buen tratamiento ahí, se le atiende muy bien, no tengo quejas del lugar. Solamente encuentro que es muy poco el tiempo.

–Y vuelve donde empezó a fumar justamente...

–Volvió fácilmente la primera vez después de que se le internó. Esta vez, la doctora le dijo: “mi hijo, vos estás con un pie dentro del cajón y con el otro afuera”. Por eso me parece que es necesario un lugar, como un hogar, donde puedan quedarse por más meses. Aquí vuelve a todo lo anterior, tenemos que controlarle todo el día, nos turnamos para trabajar...

–¿Cómo fue el tratamiento?

–Cuando le llevamos no había lugar. Yo estaba desesperada, lloré porque quería que se quede ya.

Estaba muy grave, con una neumonía, sus pulmones crecieron… Les agradezco muchísimo a los doctores porque se consiguió lugar y se quedó.

Fue un alivio muy grande para mí. Los profesionales son buenos, pero quedan muchos afuera y no hay insumos. Ayer en su consulta estuve en la internación, y es impresionante la cantidad de menores que entran y salen. Vi chicos de hasta diez años. Es impresionante lo que es.

–¿Luis está tomando medicamentos ahora que salió del centro?

–El medicamento que toma ahora logró conseguir una doctora, el Evolutrol. Ahora estoy pidiendo auxilio para que alguna institución le reciba, que se integre, que tenga un tratamiento largo. Quiero que el Estado cree un lugar donde podamos llevar a estos niños con estos problemas. Que se queden por lo menos nueve meses.

No es que queramos deshacernos de nuestros hijos. Al menos yo estoy buscando mejoría de él y que alguien pueda abrir las puertas y crear un lugar.

–¿Cuál es la situación de las drogas en el barrio?

–Esta es la realidad que estamos pasando en el Paraguay y en todos los bañados. El tema de la drogadicción, la clase baja y alta. Pero se le ve más a la clase baja, porque yo no tengo G. 2 millones para pagar un internado para él y eso es lo que faltaría.

Hay jóvenes metidos (en las drogas) entre los vecinos, pero las mamás se quejan pero no hacen nada. Entran y salen del reclusorio pero no toman medidas, se sienten impotentes. En cada esquina se vende.

–¿Cómo está Luis ahora?

–El jueves salió. Subió de peso, tiene mucho ánimo, pero sigue débil. No quiere trabajar, que es la recomendación de los médicos.

Porque como dejó la escuela a la mitad del año, recién va a poder volver a principios de 2016. Se quedó en sexto grado. Va cada ocho días al psicólogo y al psiquiatra.

Ahora le dan medicamentos más fuertes, se le aumentó la dosis porque está muy ansioso, algo propio de la abstinencia. Está en camino de superar.

*Los nombres son ficticios para preservar la intimidad de las personas.

Día de lucha contra el consumo y tráfico

El 26 de junio fue establecido como el “Día Internacional de Lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas”, por iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La fecha busca hacer visible el problema mundial de las drogas debido a que “sigue poniendo en grave peligro la salud y la seguridad pública y el bienestar de la humanidad, en particular de los niños y los jóvenes”, mencionó la organización en un comunicado publicado en la ocasión.

En Paraguay, las drogas ilícitas causan estragos en la vida de 90.000 adolescentes de entre 15 y 21 años, según datos recientes de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad).

No obstante, para el ministro del Interior, Francisco De Vargas, y para el titular de la Senad, Luis Rojas, hubo varios avances que demuestran la política del Gobierno contra el flagelo de las drogas.

Ayer, durante un acto conmemorativo realizado en el Palacio de Gobierno, con el presidente de la República Horacio Cartes, De Vargas dijo que “Paraguay se ha sumado a los esfuerzos de la lucha” y que el paso más importante fue “la decisión de una política más firme contra el crimen organizado”.

El ministro afirmó que se han dado pasos “estratégicos” desarticulando las organizaciones criminales. También se refirió al consumidor como un enfermo que requiere tratamiento. “Reconocemos que el consumidor no es un delincuente, es un enfermo crónico”, indicó.

A su vez, el ministro Rojas dijo que se están “redefiniendo las estrategias” porque finalmente “hemos aprendido de nuestros errores”.

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