El Vaticano reconoce cura milagrosa, y Chiquitunga va camino a ser beata

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El Vaticano reconoció ayer la curación milagrosa de Angel Ramón mediante la mediación de la venerable religiosa paraguaya carmelita María Felicia Guggiari Echeverría, más conocida como Chiquitunga, y su proceso apunta ahora a ser la próxima beata. Los médicos califican la sanación como “algo inexplicable y maravilloso”.

La Santa Sede reconoció ayer como “algo inexplicable y maravilloso” la curación milagrosa de una persona de nombre Ángel Ramón, que había sido encomendada a la mediación de Chiquitunga para recibir la sanación de Dios.

Una junta médica se había conformado para estudiar el caso, y el resultado se conoció en la víspera, con el que se allana del camino para que la venerable compatriota sea proclamada beata próximamente.

“Hasta que el Santo Padre Francisco no promulgue el reconocimiento del milagro inexplicable y maravilloso, nadie la llame aún beata. Esperemos un poco más”, dijo ayer el arzobispo metropolitano, Mons. Edmundo Valenzuela.

María Felicia Guggiari Echeverría, más conocida como Chiquitunga, nació el 12 de enero de 1925 en la ciudad de Villarrica, departamento del Guairá.

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Trabajó en la catequesis de la Acción Católica con niños, jóvenes trabajadores, universitarios con problemas, con los pobres, los enfermos y los ancianos. Lo hizo en Villarrica, y también en Asunción. A los 30 años, el 14 de agosto de 1955, respondió al llamado que Dios le hizo para ingresar a la vida contemplativa en el Carmelo de Asunción.

Las hermanas carmelitas descalzas de Asunción la recuerdan así: “En los cuatro años que la querida hermana vivió entre nosotras, se caracterizó por su gran espíritu de sacrificio, caridad y generosidad, todo envuelto en gran mansedumbre y comunicativa alegría”.

Estuvo internada en un hospital durante poco más de un mes debido a la hepatitis que contrajo. Murió el 28 de marzo de 1959, con 34 años de edad. Su proceso de beatificación se inició el 13 de diciembre de 1997.

La Iglesia Católica tiene diferentes formas de resaltar a figuras icónicas de la religión, dependiendo de los milagros y el fervor popular. El primer nivel es la declaración de “siervo de Dios”, es decir que la persona ha vivido la fe de una manera diferente. A continuación está la figura de “venerable” –la que actualmente tiene Chiquitunga–, y luego viene la beatificación. A continuación, entrará en otro proceso, en el que se deben probar nuevos milagros para ser canonizada.

Los restos de Chiquitunga reposan en el santuario de la congregación de las carmelitas, en el barrio del mismo nombre, donde se puede visitar su reliquia.