Estudiar en el exterior es como un seguro de vida

Estudiar en otro país diametralmente opuesto al nuestro, como Taiwán, no solo posibilita dominar el idioma más hablado del mundo, el chino mandarín, sino también forjarse una educación multicultural. Se aprende a perseverar, a pulir el carácter y a hacer que las dificultades solo acerquen a las metas. Cuatro exbecarios que volvieron con sus títulos de las antípodas cuentan su experiencia.

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Flora Gauto (26) completó la licenciatura en Diplomacia en Taipéi. Viajó en 2008 y regresó el año pasado con su título.

Trabaja como asistente consular en la Embajada de la República de China - Taiwán atendiendo el tema de pasaportes, visas y legalizaciones: “Lo bueno de mi trabajo es que puedo mantener afianzado mi chino ya que trato con taiwaneses, muchos de los cuales no hablan español. El chino es muy fácil de olvidar si uno no practica porque es muy diferente al español”.

La joven asegura que no solo aprendió el idioma en Taiwán, sino la cultura misma. “Al llegar es toda una aventura porque es muy distinta a la cultura latinoamericana. Lo que aquí es rojo allá es azul y lo negro es blanco... Eso abre mucho la mente, superas muchas barreras y a adaptarse fácilmente”.

Otro punto a favor es que el hecho de haber recibido tantas guías, directrices y explicaciones en chino hace que el estudiante, al regresar, tenga la mente más ágil porque escucha en su idioma.

Aparte de la profesión, uno aprende la disciplina y la organización: “Antes de ir a Taiwán yo era muy de última hora. Allá aprendés que todo tiene su proceso y que hay que hacer un esquema, con fechas, con límites...”.

Para Marya José Martínez (29), integrante del primer grupo de 18 becarios del año 2004 y egresada en Administración de Negocios por la Universidad Nacional de Taiwán, es grande el cambio que se da en la vida estudiando en el exterior.

“Estar lejos me volvió más segura de mí misma y superé todas las barreras en otra cultura. Crecí a nivel académico y personal”, asegura la joven, quien trabaja también en la Embajada de Taiwán en Asunción.
Ella también es secretaria de la Asociación de Exbecarios que con la Dirección de Empleos está haciendo una bolsa de trabajo para ayudar a los profesionales a su regreso para una rápida inserción laboral.

Alan Samaniego Rojas (24) estudió Comercio Internacional y Administración en Taiwán durante cinco años. A su regreso, en enero de este año, presentó su currículum en varias empresas y enseguida lo llamaron de Copalsa, donde se incorporó en Importaciones y Comercio Exterior: “Trabajamos con bastantes empresas chinas, taiwanesas, de Malaysia y de la India”.

Samaniego resume su experiencia en cinco puntos: el primero se refiere al aprendizaje cultural, a la forma de ser humildes y emprendedores de los taiwaneses.

El segundo punto importante es el idioma. No solo el chino mandarín, sino también el inglés y se perfecciona el español en contacto con gente de otros países por los amigos que se va logrando a nivel internacional.

El tercero tiene que ver con los contactos de todas partes del mundo que ayudan para la carrera profesional.

Cuarto, es el currículum obtenido, pues, aparte de las horas cátedra, hay oportunidades de especialización a la par y muchos proyectos de investigación.

Finalmente, el quinto punto tiene que ver con valorar lo que es el Paraguay. “Desde lejos, uno extraña bastante su país y ve lo positivo y las esperanzas se afirman cada vez más. Mucha gente me decía que notaba el don de gente y la calidad humana que tenemos los paraguayos y eso nos llena de orgullo”.

María Liz Agüero (32) es graduada en Comercio Exterior y Turismo Internacional. Trabaja actualmente en China Network. “Durante mi estadía en Taiwán pude sacar dos carreras a la vez convalidando materias afines o relacionadas. Eso ayuda a hacer una carrera principal y otra secundaria para acceder a dos títulos”.

Asegura que el comercio y el turismo van de la mano y fusionar ambos es la tendencia actual, al destacar que los padres influyen mucho en sus hijos para su formación: “Yo siempre veía que mi papá perseveraba y se abría camino. Eso me ayudó”.

Lo que más admira en los taiwaneses, precisamente, es la forma de perseverar: “Cuando nos va mal en algo aquí normalmente eso nos echa, en cambio los taiwaneses toman como un aliento para perseguir su misión en el mundo y cumplir sus sueños. Algo como lo que hizo Henry Ford, que usó el sistema oriental. Él inventó el motor T porque primero tenía un plan A, B, C... hasta la T, y allí recién lo logró un año y medio después. O Thomas Alva Edison, que no se dejó vencer por los sucesivos fracasos hasta lograr su invento. Cada fracaso nos acerca a la meta, que es nuestra misión de vida, y todos vamos a salir beneficiados. Así es como se aporta al país”.

Concluye citando que un estudio de sicología conjunto con una universidad francesa ha determinado que a una persona que estudia en una cultura diferente, lejos de los padres o amigos, se le pule el carácter, cada problema le abre la mente para la creatividad y encuentra cómo resolver: “Te saca de tu zona de control y es como un seguro de vida que siempre te lleva a salir adelante”.

LAS CLAVES

“Uno aprende a valorar lo que es el Paraguay. Extraña mucho su país y ve lo positivo y las esperanzas se afirman cada vez más”.

“Lo que queremos emular es el espíritu perseverante. Cada fracaso acerca a la meta y se pule el carácter abriendo a la creatividad”.

“Aparte de la profesión, una joya de la educación taiwanesa es la disciplina y la organización. Además la mente se agiliza...”.

“El haber ido a estudiar, separarme de mis padres, no fue fácil. Hay que tener mucha paciencia. Me volví muy independiente”.

pgomez@abc.com.py / Fotos: Silvio Rojas.

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