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Don Ángel vive en la compañía Potrero Guazu, donde los pobladores de la zona lo llaman “papá guasu”, fiel al club Guaraní, al regreso de la contienda jugó al fútbol en el Libertad de Potrero hasta los 40 años, de donde también fue directivo, uno de los fundadores de la Escuela y de la capilla Espíritu Santo.
Cuenta que fue a la guerra de forma voluntaria con unos amigos a los 17 años y que la contienda fue muy fea, “ivai, ivaieterei” (fea, muy fea), dice don Candia.
Comenta que ellos cavaban fosas para esconderse de los enemigos. En una oportunidad, se quedó dormido en una de ellas y de tan agotado que estaba no sintió la inmensa lluvia que cayó sobre él, tanto que al despertarse no podía moverse del agua acumulada a su alrededor.