Hasta la memoria destruyen en Quinta

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El criticado adefesio rechazado por la ciudadanía en Avda. Quinta sigue en pie. No solo viola la ley y las ordenanzas en materia ambiental y urbanística, sino también es un vejamen a los monumentos allí ubicados.

La Municipalidad de Asunción administrada por Mario Ferreiro y los 24 concejales se resiste a demoler el villorrio que se está construyendo para un supuesto “Paseo Gastronómico” en plena vía pública en el populoso barrio Obrero. 

A nadie que pase actualmente por la Avenida Francisco Acuña de Figueroa, la tradicional Avenida Quinta, pasa desapercibido el mamotreto urbano en que se vienen convirtiendo el paseo central y la calzada. Todos manifiestan su repudio y rechazo a la obra de la administración municipal actual que pretende convertir el paseo en un mercado.

La construcción viola flagrantemente la Ley Orgánica Municipal 3966/10 en varios artículos, al tiempo de contravenir varias ordenanzas.

La ley mayor que rige el funcionamiento de las Comunas en su Capítulo III “De las funciones municipales”, artículo 12, establece en materia de patrimonio histórico y cultural que el municipio tiene como función la “preservación y restauración del patrimonio cultural, arqueológico, histórico o artístico y de sitios o lugares de valor ambiental o paisajístico”.

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La Avda. Quinta es un sitio de valor ambiental por Ordenanza 35/96 que protege el patrimonio histórico, arquitectónico, ambiental y paisajístico. 

Lo más grave es que la misma Municipalidad de Asunción viola el artículo 134 de su Ley Orgánica, que establece los bienes del dominio público como calles y avenidas, que pertenecen a toda la ciudadanía. Es tajante al señalar que estos espacios “no podrán ser objeto de concesión para uso de particulares”.

La normativa que regula la venta en la vía pública (Ordenanza 16/92) también establece que los permisos de uso de la vía pública serán “estrictamente de carácter precario”. Sin embargo, la Municipalidad instala en el paseo central y parte de la calzada verdaderos salones comerciales con estructura de hormigón y mampostería.

Aparte de la destrucción ambiental y urbanística, la obra atenta contra la memoria histórica de la ciudad al remover de su sitio y desmantelar los monolitos que albergan bustos de próceres de países americanos.

La mayoría de las esculturas conmemorativas datan de los años 60 y 70 y son de bronce al igual que sus respectivas placas. Sin embargo, según el proyecto de marras serán repuestas sobre precarios pilares de ladrillo realizados sin arte alguno. Incluso, algunos de los nuevos pedestales para los próceres ocupan la misma calzada porque en el paseo central ya no les queda lugar.

Las bases originales artísticas que responden a criterios y trazados de época están siendo demolidas. No se tienen en cuenta los canteros, los mástiles ni otros elementos del ornamento urbano que poseen y que fueron colocados por embajadas de países americanos.

Fotos: Celso Ríos/Archivo ABC