Heroísmo en el asalto a Boquerón

Uno de los héroes rusos que ofrendaron su vida en defensa del Chaco paraguayo fue Basilio Oregiev de Serebriakoff, famoso por su frase “¡Lindo día para morir!”. Será uno de los recordados por el cónsul de Rusia, Igor Fleischer, en su conferencia magistral que es hoy a las 10:00 en la Sala Bicameral del Congreso.

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A propósito de la charla de Fleischer, la Arq. Lucía Giovine, miembro de la Asociación de rusos y sus descendientes en el Paraguay (Aridep), dice que de Basilio Oregiev de Serebriakoff no se tiene ningún dato de cuándo ni cómo llegó al Paraguay, pero sí de su heroísmo.

En diciembre de 1930, el ministro de Guerra y Marina recibió un pedido de ocupación inmediata del sector de la Laguna Pitiantuta, ante la actividad boliviana en la región. Se propuso al Gral. Juan Belaieff para una exploración del lugar, por ser conocedor de la región. En esa expedición, la número 13 que realizaba por el Chaco, le acompañaron sus compatriotas Cap. Basilio Orefiev de Serebriakoff y el Tte. 2º Alejandro von Eckstein, además de militares paraguayos e indígenas baqueanos. La expedición duró seis meses, desde enero a junio de 1931. La ocupación militar de Pitiantuta se hizo en julio de 1931 con la fundación del Fortín Carlos A. López, donde un año después estalló la Guerra.

En la noche del 23 de setiembre de 1932 se produjo un ataque nocturno donde estaba situado el Tercer Batallón del RI 2 Ytororõ al mando del Cap. Basilio Orefiev de Serebriakoff, quien –según contaban maravillados– recorría la improvisada línea de su tropa sin tomar ninguna precaución y luego dirigía personalmente la acción, donde creía que era más peligrosa la acometida enemiga.

Cuando los subordinados le observaban que podía ser alcanzado fácilmente por balas perdidas respondía: “¡Oh no es todavía día para morir!” Muy pronto se granjeó la simpatía, el respeto y la admiración de los oficiales y tropa a sus órdenes.

¡A Boquerón!

Para el ataque a Boquerón el 28 de setiembre, el Batallón de Serebriakoff recibió la misión de asaltar la posición enemiga. Fue hasta su unidad y poniéndose a la cabeza ordenó calar las bayonetas y avanzar detrás de él, repitiendo rato a rato, ¡Adelante paraguayos!

El Cnel. Carlos Fernández dice en su libro: “Era subyugante aquella escena de partir impávidos hacia la muerte nuestros ignotos mocetones del Tercer Batallón del RI 2 Ytororõ, cuyas bayonetas relucían heridas por el sol (...) detrás de su capitán, a la voz sin titubeo de: “¡Adelante, paraguayos! ¡A Boquerón!”.

A unos 30 metros, el Cap. Serebriakoff lanzó un vibrante grito “Al asalto! ¡Viva el Paraguay!, precipitándose luego hacia las defensas de talas. A este grito reaccionó el enemigo recibiendo a los asaltantes con el fuego de sus automáticas a quemarropa, cayendo mortalmente herido el Cap. Serebriakoff.

Continúa Carlos Fernández: “Fue traído a nuestra presencia en una camilla, ya moribundo. Vivió lo suficiente para decirnos: He cumplido su orden mi comandante, pero desgraciadamente no pude llagar al objetivo. El destino ha decretado así”. Rindió su vida sin quejas, con serenidad, rodeado por sus oficiales y soldados que lloraban de pena. Algunos recordaron que en aquel mismo momento, que antes de emprender la marcha triunfal y después de admirar el límpido cielo de esa mañana, como presintiendo su muerte cercana, había exclamado: “¡Lindo día para morir!”.

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