Las lluvias registradas ayer en Asunción y algunas localidades del departamento Central causaron que una parte de las obras del desagüe pluvial de la Ruta III “General Aquino” colapsara en el kilómetro 23, en la entrada al centro urbano de la ciudad de Limpio. El hecho se registró alrededor de las 00:00, según los datos.
Los raudales arrastraron los trabajos provisorios realizados por el consorcio D-R, integrado por CDD Construcciones y Benito Roggio e Hijos SA, representado por César Daniel Delgado. Forma parte de la ampliación de la Ruta III, desde la rotonda a Puente Remanso hasta la comunidad.
La obra demanda una inversión de más de 40 millones de dólares. Recibió el mote de la “ruta de oro”.
El director de ejecución de Obras del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), ingeniero René Peralbo, explicó que en el sector se realizó un corte de la ruta para la instalación de alcantarillas para el paso del agua por el canal lado norte, que también está en plena construcción. Señaló que el trabajo de compactación sobre el sumidero se realizó en forma provisoria, mientras duraban las excavaciones en la vereda del mercado privado Abasto Norte, instalado en las inmediaciones.
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Según Peralbo, las correntadas hicieron que las construcciones provisorias cedieran y generó un caos peligroso en ese punto de la Ruta III.
El funcionario indicó que se están realizando excavaciones profundas para dar una solución definitiva al problema generado por los raudales en los días de lluvia. Añadió que la conclusión de estas tareas depende del acuerdo al que deben arribar con el propietario de uno de los inmuebles aledaños.
Ayer, el tramo rutero permaneció interrumpido por varias horas. Los automovilistas debieron desviar por las calles internas del Abasto Norte, mientras los operarios de la empresa constructora intentaban rellenar la parte erosionada de la ruta.
Pobladores de la zona y automovilistas se quejaron de la improvisación de la contratista. Según los reclamos, no es la primera vez que en días de lluvia el trayecto se convierte en una “trampa” porque el raudal se confunde con el asfalto y es casi inevitable caer en algunos de los pozos existentes. Tampoco hay señales de advertencia de los riesgos.
Una vecina, Ramona Cantero, cuestionó que la contratista no previó vías alternativas para evitar estos inconvenientes.
