Intensos trabajos de montaje del escenario de histórica beatificación

El tiempo apremia y todos los encargados del trabajo de montaje del escenario y de la estructura necesaria para el retablo son conscientes de ello. Y no es para menos porque se debe armar un fondo de 13x14 metros y sobre este resaltará el retrato de 6x9 metros de la próxima beata paraguaya María Felicia de Jesús Sacramentado, más conocida como Chiquitunga.

“¡Todo marcha bien!, vamos avanzando bastante y si el clima sigue ayudando esto culminará el miércoles por la noche, luego se realizaría la prueba de iluminación y si se requiere los últimos detalles el jueves y la obra será entregada”, dijo el artista plástico Koki Ruiz.

Para misa de beatificación de Chiquitunga, en el estadio del club Cerro Porteño, se espera la presencia de aproximadamente 35.000 fieles. El sector sur estará clausurado para la disposición del público, porque el escenario y retablo estarán hacia ese sector. No obstante, se instalarán pantallas gigantes en sitios estratégicos para aquellas personas que no puedan acceder a las gradas. Todos los portones estarán abiertos al público en general a partir del mediodía y el acceso será por orden de llegada, libre y gratuito.

Su vida

Chiquitunga nació el 12 de enero de 1925 en Villarrica. Trabajó en la catequesis de la Acción Católica con niños, jóvenes trabajadores, universitarios con problemas, con los pobres, los enfermos y los ancianos. Lo hizo en Villarrica y en Asunción. A los 30 años, el 14 de agosto de 1955, ingresa a la vida contemplativa en el Carmelo de Asunción.

Las hermanas carmelitas descalzas de la capital la recuerdan así: “En los cuatro años que la querida hermana vivió entre nosotras, se caracterizó por su gran espíritu de sacrificio, caridad y generosidad, todo envuelto en gran mansedumbre y comunicativa alegría”. 

Estuvo internada en un hospital durante poco más de un mes debido a la hepatitis. Murió el 28 de marzo de 1959 a los 34 años de edad.

Primera mujer

Con Chiquitunga, la Iglesia en el Paraguay tendrá la primera mujer que va camino a los altares y segunda que alcanza la santidad, ya que el primero fue Roque González de Santa Cruz, que fue canonizado el 16 de mayo de 1988, en Ñu Guasu por el papa Juan Pablo II.