“La base del éxito es la libertad”

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Thaly Mora es una de las jóvenes de la nueva generación que se animan a un negocio propio y de vanguardia. A sus 23 años, concreta su sueño como emprendedora. “Como se dice, vengo del último rincón del mundo –afirma–; nunca me acomplejé por mis orígenes. Creo totalmente en que el que quiere, puede”.

Thaly Mora define su recién inaugurado El Clan Workclub en pleno centro de Asunción: “Es la nueva modalidad de oficina compartida para gente emprendedora a nivel mundial. Esto es muy utilizado en países como Brasil, España o EE. UU. porque da a los jóvenes la oportunidad económica de trabajar con todos los servicios para agrandar y/o fortalecer su negocio y red de contactos”. Thaly empezó a trabajar desde los 17 años en publicidad. Actualmente, se desempeña como creativa en marketing de una agencia publicitaria y es emprendedora/propietaria del workclub. Formó parte del equipo creativo de reconocidas agencias de publicidad paraguayas, logrando ascensos y premios dentro del rubro. Estudió Ciencias de la Comunicación (UNA) y es docente en el Instituto de Ciencias y Tecnología. “Soy de origen muy humilde, por eso para mí este emprendimiento laboral es una superación personal. Muchas veces la condición social te encasilla. Yo cuento orgullosa que vengo del barrio Roberto L. Petit; mis viejos son unos superlaburadores; todos mis estudios los hice en instituciones nacionales”, dice.

–¿De quién heredaste el temperamento inquieto?

–De mi mamá. De niña me enviaba a curso que hubiere. Aunque soy más intelectual; por mí me hubiera quedado leyendo. Crecí inquieta; en 3er. grado llevaba sándwiches para vender en la escuela. Siempre fui mejor alumna, delegada, organizadora de fiestas. Creo que eso, más la capacitación que hice después en técnicas de diseño, página web y demás, me preparó para el trabajo. Entré al mundo de la publicidad por una amiga de mi hermana.

–¿Cuál fue tu capital intangible?

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–La creatividad. A los 8 meses ya me dieron el cargo de creativa digital. Me fui haciendo conocida en el ambiente. Luego me llamaron de otras agencias más grandes.

–¿Qué te impulsó a salir de esa estabilidad económica e independizarte?

–Lo del workclub ya lo venía trabajando hace tiempo con mi novio (Giovanni Patrón). Soy empleada en su agencia y copropietaria en el workclub. De hecho, la idea del workclub fue de él, porque así empezó su agencia, y creció tanto que se planteó replicar el negocio.

–Es todavía algo nuevo en nuestro país.

–Sí, pero hay algunas. Nosotros queremos brindar la más amplia del mercado. Tenemos 100 metros cuadrados preparados en mesas de trabajo colectivas e individuales, salones de reunión, salón de llamadas. Estuve averiguando quiénes son los que más utilizan a nivel mundial estos lugares, y, por orden, serían diseñadores, programadores, periodistas, curadores de contenido.

–¿Cuál sería la oferta para llevar nuestro negocio de casa a esa oficina?

–Esto es un círculo de negocios. Por ejemplo, si comenzás una consultoría, tenés otros profesionales a mano que te ofrecen sus servicios, mientras ellos te ven de la misma manera. Además, lo que ahorrás en servicios, porque en tu casa, con 500.000 guaraníes, ni para pagar los gastos de luz e internet te da. Aquí, tus ideas van a volar, todo está preparado para la creatividad; hasta la estructura. Si querés trabajar de corrido y decís “hoy almuerzo un pancho”, hay una kitchenette totalmente equipada, hay café free.

–¿Es por membresía?

–Sí, es un club; todos nos conocemos y trabajamos cada uno en su área.

–¿Cómo manejan el tema del respeto, la seguridad, el no robarse temas o clientes?

–Tenemos un código de ética y lo cumplimos.

–¿Cuánto te endeudaste?

–Nada. Me maté ahorrando unos 38 millones en 2 años. No es mucho, lo sé; vi mi dinero irse en una semana, pero sé que invertí bien. El plan financiero que preparamos responde a unos 6 meses de recuperación de inversión, y de ahí, ganancias.

–¿Y si te peleás con tu novio-socio?

–(Risas) Cumplimos 3 años de noviazgo, vivimos juntos hace 2. Ya le dije que si nos separamos sentimentalmente, igual seguimos siendo socios. Yo creo que el gancho de este tiempo es la libertad. Vienen jóvenes hasta 35 años o más, incluidos profesionales que no esperábamos, como abogados o de marketing político. Todos con amor a la libertad de horario, la flexibilidad, el poder decidir cómo y con quién trabajar, equilibrar su vida personal y laboral.

–Hay emprendedores que duran un suspiro, ¿qué te da tanta certeza?

–La perseverancia y los resultados que tenemos. Al principio se come nomás tierra. A mí no me fue fácil emprender; primero, por mi edad. Cuántas veces no vinieron clientes y me miraron tipo: “¿Nena, dónde hay una persona mayor?”. Solo tengo 23 años, pero veo que las cosas están sucediendo. Cuando sos bueno, ya no salís a buscar clientes; ellos vienen.

–¿Cómo te sentís hoy? Ya no vivís en tu barrio.

–Yo vi mucha realidad cruda para decir “no me interesa más ese ambiente”. Al fin y al cabo, la finalidad del trabajo es ayudar a otros. Pero para eso, además de la ideología, se necesita el dinero. A mí me encanta sentirme parte del cambio en nuestro país, me encanta ser una entrepreneur.

–¿Con qué palabra invitarías a otros jóvenes?

–“Anímense”. ¡Les digo que querer es poder! O, si no, se van a pasar la vida trabajando por los sueños de otros y no por los suyos.

lperalta@abc.com.py