La necesidad del anhelo

Empezamos un nuevo año y con él reciclamos viejas ilusiones o encendemos interiormente la luz de los nuevos deseos. “Las grandes ideas son los grandes sueños. Sin embargo, también hay que tener la suficiente honestidad para definir si lo que queremos es alcanzable”, dice la Dra. Susana Vázquez.

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Desde hace miles de años también otras civilizaciones celebran el Año Nuevo con ritos y deseos. Para nosotros, la temática es ponernos lindos, mantenernos jóvenes, soñar con tener mucho dinero, amor, viajar, y en torno a ello hacemos rituales, portamos colores determinados. El deseo general apunta a reiniciarnos con nuevas perspectivas. La Dra. en psicología Susana Vázquez explica: “No hay que confundir deseo con necesidad. La palabra deseo proviene del latín desidium, y es la acción y efecto de anhelar, apetecer. La necesidad es algo biológico, instintivo, del cuerpo, como comer, beber, dormir, mientras que el único objetivo del deseo es algo psíquico, la obtención de placer. Si no es satisfecho, no morimos, pero puede causar malestar psíquico. El ser humano es sujeto de deseos, y no tenerlos puede ser una muerte en vida”.

–¿Cuál sería el mayor deseo del ser humano?

–Ser aceptado, amado, deseado, validado por los demás, sentirse parte de un grupo y desarrollar relaciones afectivas.

–Decía que no tener deseos puede crear malestar psíquico.

–La sociedad consumista nos tienta inspirándonos deseos imposibles, por eso dejamos cosas fundamentales para comprar otras nuevas, creyendo que de esa forma encontraremos la felicidad. Sin darnos cuenta terminamos viviendo esclavizados por nuestros deseos. Y aquí se ubica la parte del malestar contemporáneo, del aumento de la depresión, adicciones, estrés, ansiedad.

–¿Vale siempre la pena apostar por los grandes sueños?

–Las grandes ideas, esas que parecen inalcanzables son los grandes sueños del ser humano, como desarrollar una teoría, innovar, descubrir, emprender, todo eso surge por el deseo de trascendencia, de anhelar hacer algo que ayude a los demás. Pero estos son deseos que tienen una categoría especial con respecto a los deseos más comunes. Generan dudas “¿será que estoy loco?”, ya sea por las dificultades, porque irá en contra de lo que piensan los demás, sobre todo dudas con uno mismo, con sentirse incapaz o ingenuo por soñar así. Conste que las grandes ideas han comenzado con la duda, la burla, la incomprensión.

–¿Cómo saber la categoría de nuestro deseo?

–Hay que tener la suficiente honestidad para definir si lo que queremos es realmente inalcanzable o si esa conclusión es producto del autosabotaje para no salir de zona de confort. Me refiero a los “imposibles” que son factibles siempre que nos basemos en un gran esfuerzo, compromiso, voluntad, disciplina y persistencia. La historia humana está llena de “imposibles”, pero si nadie hubiera desafiado esos límites, autoimpuestos en la mayoría de los casos, el ser humano no habría alcanzado sus grandes hitos; tampoco muchas personas hubieran alcanzado ni siquiera sus pequeños sueños.

–Posible o imposible, esta duda nos persigue…

–“Todo es imposible hasta que se hace”, dijo Nelson Mandela. Rescato estas ideas: “Cuando sientas que no te quedan fuerzas, descansa y retoma aliento. Si tropiezas levántate y cura tus heridas. Pero siempre, cuando estés en condiciones, continúa tu viaje hacia lo imposible. Si te muestras decidido a alcanzar tu meta, ten por seguro que lo conseguirás. En todo caso, habrás puesto la primera piedra de una gran construcción, y antes o después otros continuarán tu obra”.

–¿Se puede matar lo que nunca se cumple ni se cumplirá?

–Más que matarlo, lo más saludable es hacer las paces con la realidad y aceptar que es mejor renunciar a tal deseo, de acuerdo a las condiciones impuestas por el mundo exterior. Y considerar que en otra ocasión se hallarán circunstancias más propicias –así el camino estará libre de ese deseo imposible– para vislumbrar nuevas y mejores condiciones. La señal más evidente de la imposibilidad del deseo es la reiteración de la frustración, es decir, que se haga lo que se haga solo se recogen señales claras de que no es el camino, y solo obtenemos más de lo mismo, ¿para qué insistir?

–Los clásicos deseos claman por salud, dinero y amor (pero piden una cura milagrosa, ganar la lotería o que me ame quien no me ama).

–Muchas veces el llamado pensamiento mágico, que consiste en creer que algo va a suceder sin tener pruebas que avalen dicha creencia sirve para paliar la ansiedad. El filósofo Claude Lévi-Strauss afirmó que el pensamiento mágico tiene funciones adaptativas en ciertas circunstancias. Una de ellas es la reducción de la ansiedad. Cuando las personas se encuentran en una situación estresante que no pueden manejar, es más fácil que asocien la reducción de la ansiedad, por ejemplo, llevando un amuleto. En el mundo actual, en el que creemos que predomina la lógica, el pensamiento mágico tiene una presencia significativa e incluso resulta útil en ocasiones para calmarnos.

–¿Cómo nutrir nuestros deseos?

–Te comparto un sueño que tuve en una época de dudas. “Mi casa estaba en un lugar parecido al far west, había mucha arena y casas de madera. Yo tenía que hacer unos trámites urgentes. Al salir de casa me esperaba mi medio de transporte… una sandía. Yo miro perpleja, “¿qué voy a hacer con esto?” Pero en un acto de fe total, monto la sandía y ahí mismo se convierte en una motoneta veloz. Con ella pude realizar todas mis gestiones exitosamente. Ese sueño me dio muchísima fortaleza sobre mis posibilidades interiores.

–¿Qué nos sugiere para perseverar en lo que queremos?

–Confucio, el gran maestro chino, ya lo aconsejaba hace siglos: “Cuando el objetivo te parezca imposible, no cambies de objetivo; busca un nuevo camino para llegar a él”.

lperalta@abc.com.py

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