La queja generalizada de los postulantes sobre los exámenes evaluativos para acceder a una de las 1.000 becas de Itaipú fue que la mayoría del contenido de las pruebas jamás se desarrollaron en clase.
Lina Piris, la única postulante que obtuvo el puntaje perfecto ratifica la opinión. “A mí me ayudó el cursillo que tomé para ingresar a la Universidad Nacional. Quería seguir Ingeniería Química, pero no ingresé. Ese hecho hizo que me ponga las pilas y estudié el doble. Gracias a ese cursillo me pude preparar bien para postularme a esta beca. Algunos temas no los desarrollamos en el colegio”, agregó.
Lina, de condición humilde, vive en la compañía Guayaybity de Itauguá. Su padre es agricultor y su madre ama de casa. En contacto con ABC Cardinal señaló que las pruebas fueron difíciles y que su deseo es estudiar la carrera de Ingeniería Industrial.
Sobre las falencias de la Educación Media en los colegios públicos, Lina señaló que la formación estudiantil depende en un 50% de la calidad educativa en las instituciones y en un 50% de la actitud y aptitud del alumno. “Depende de vos, de ponerte las pilas; si no aprendiste algo buscás en otros libros, otras bibliografías, te autoenseñás”, indicó.
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Error del equipo
La ministra de Educación, Marta Lafuente se ratifica en que no se bajó la escala ni se ajustaron las notas para beneficiar a más postulantes, teniendo en cuenta los datos iniciales que indicaban que apenas cerca de 200 jóvenes, de los 3.552, pudieron lograr el 60% exigido en cada prueba escrita. La ministra señaló que fue un error del equipo que conforma el Comité de Becas el haber lanzado las primeras cifras.
“Fue un examen de dos módulos y 636 jóvenes lograron pasar a la siguiente etapa de evaluación para obtener las becas. Nuestra propuesta de ahora es que el reglamento se revise íntegramente porque el ADN de estas pruebas son como las de PISA, por su altísimo nivel de dificultad”.
La ministra dijo que las pruebas se hicieron con bases científicas y que son pruebas colador. “Se hizo un modelo de pruebas basado en criterios. Se mide lo que se llama una competencia unidimensional, que es la capacidad de pensar. Por eso estamos pidiendo el cambio de reglamento porque el actual está pensado para un modelo de pruebas que no es lo que nosotros hacemos. Lo que ocurrió fue un problema comunicacional de nuestro equipo que –no voy a decir de qué institución porque soy parte integral del Comité– se adelantó al mostrar unas escalas que no fueron evaluadas. La evaluación es emitir un juicio acabado con todos los datos que se disponen, ese fue el problema”.
