Martes Santo: de la traición de Judas y de las negaciones de Pedro

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En los inicios de la organización de la liturgia, el Martes Santo no tenía una liturgia propia, era llamado un día alitúrgico, pero sin dejar de ser un día penitencial preparativo a la ascua. El papa León Magno († 461), por ejemplo, no habla de una liturgia propia como lo hace con el Miércoles Santo. Más tarde, hacia el siglo VI-VII, este martes recibió también los formularios de la misa, y era el día de la proclamación de la pasión de Cristo según Marcos. Así fue hasta la reforma litúrgica del Vaticano II.    


Actualmente el Martes Santo es el día en que Jesús anuncia la traición por parte de Judas y también las negaciones de Pedro.   


La traición de Judas Iscariote

   
Judas era uno de los doce apóstoles que Jesús había elegido después de toda una noche en oración (cf. Lc 6,12), y que había convivido con él en los tres años de su vida pública, escuchando sus predicaciones, viendo sus milagros … Judas era también el ecónomo del grupo. Sin embargo, no supo ser fiel a su maestro. Cayó en las trampas del maligno, se hizo disponible por ganancia al príncipe de este mundo y empezó a caminar en las tinieblas.    

En la conducta de Judas vemos un modo de actuar malo. No fue una acción inesperada, sino que él la premeditó en su corazón, se puso de acuerdo con los jefes de los sacerdotes y los ancianos para entregar a Jesús a cambio de una recompensa. El se dispuso a conducir a los soldados hasta el lugar donde Jesús habitualmente se quedaba con sus discípulos y además indicó hasta una señal para que ellos pudieran identificar precisamente a Jesús – "al que yo bese, ese es; arréstenlo y llévenlo bien sujeto" (Mc 14,44).   

En el anuncio de su traición que hizo Jesús en la Ultima Cena, y que celebramos en este Martes Santo, Judas ya tenía todo decidido en su corazón. Jesús no le estaba hablando de algo extraño o impensado. Los demás apóstoles no entendían el discurso de Jesús, pero Judas sí lo entendía muy bien. Su corazón ya estaba endurecido: aunque Jesús le sirvió en aquella Cena, e incluso le lavó sus pies, nada de esto fue capaz de hacerlo cambiar de idea. El había hecho una opción por el mal.

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