Nadar en la pileta es diferente que nadar en el río. El primero es un ambiente más controlado y la capacidad de flotabilidad es un tanto superior a la que se tiene en una corriente de agua, donde hay más movimiento y remolinos, indicó el bombero voluntario Jorge Rojas, de la Unidad Especial de Búsqueda y Rescate (SAR).
“Lo recomendable es que uno vaya a recrearse a un lugar que conoce, pero en la realidad es difícil tener conocimiento del sitio, porque mayormente las aguas van cambiando la superficie de ríos y arroyo. Si hubo una lluvia un día antes de visitar el terreno es seguro que se modifica el lugar. Hoy puede haber un pozo en un lugar y mañana con el raudal ya se movió eso. Surgen objetos donde uno puede quedar atrapado”, explicó.
Agregó que no hay que cansarse de advertir que nadie debe ingresar al agua después de ingerir bebidas alcohólicas o luego de la ingestión de alimentos. “Al tomar alcohol, uno va perdiendo capacidad de reacción y noción de muchas cosas; es arriesgarse más. Y al comer de más, uno puede tener cólicos o calambres, porque el organismo en ese momento está concentrado en otra cosa, aparte de la somnolencia”, indicó Rojas.
Al rescate, por detrás
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Cuando una persona se está ahogando, lo más recomendable es que quien se dispone a auxiliarla sepa nadar perfectamente o sea una persona capacitada en este tipo de rescate. “Una emergencia surge cuando la vida de una persona corre peligro por no saber nadar o porque sufrió un calambre. La desesperación hace que se apeligre también a la persona que va al rescate, porque el que está en peligro lo único que quiere es salir de cualquier forma y lo primero que hace es usar a ese que lo ayuda como medio de salvación, como un flotador. Por eso la persona que va para salvar debería tener nociones básicas o saber nadar perfectamente para poder lidiar con esa desesperación”, dijo el bombero.
Indicó que el que hace de salvavidas debe agarrar al que está en peligro desde atrás. “Si va de frente, el que está en peligro va tratar de sujetarse. Por eso hay que tener en cuenta los riesgos y tratar de abrazarlo por detrás”, reiteró.
Rojas recomendó que los bañistas lleven siempre chalecos salvavidas o se tengan cuerdas para lanzar a los que estén en peligro de ahogarse.
“Siempre es prudente también que la persona que va a hacer un rescate se ate una cuerda y luego se meta al agua para ayudar. De esta manera se evita que las personas en peligro se lleven a sus socorristas”, dijo.