Los obispos del Paraguay, que desde ayer participan de su asamblea en el Seminario Metropolitano, presidieron ayer el inicio de la Cuaresma con la imposición de la ceniza durante la misa que compartieron con la feligresía en la Catedral Metropolitana.
El celebrante principal, monseñor Juan Bautista Gavilán, obispo de Coronel Oviedo, pidió a los presentes vivir intensamente este tiempo de preparación para la Semana Santa. En su prédica invitó a practicar la caridad con el semejante, el arrepentimiento y la oración para participar de la resurrección de Cristo. Comentó además en su homilía parte del mensaje del papa Francisco para la Cuaresma. “El camino hacia a la Pascua nos llama a restaurar nuestro rostro y nuestro corazón de cristianos, mediante el arrepentimiento, la conversión y el perdón. En la palabra del papa Francisco, la Cuaresma es signo sacramental de una conversión. Es una llamada a los cristianos a encarnar más intensa y concretamente el misterio pascual en su vida personal, familiar y social en particular, mediante el ayuno, la oración y la limosna. Abandonemos el egoísmo, la mirada fija en nosotros mismos nomas y dirijámosnos a la pascua de Jesús. Hagámonos prójimos de nuestros hermanos que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales”, señaló Gavilán.
Advirtió que la lejanía de Dios produce muchos efectos negativos. “El papa Francisco, como siempre, nos invita a meditar sobre la fuerza destructiva del pecado y la fuerza regeneradora del perdón. Nos dice que la creación entera está expectante de la manifestación de los hijos de Dios y nos describe las tres dimensiones del mal: la pérdida de Dios, la pérdida del hombre de sí mismo y la perdida de la relación con la naturaleza. Estos son los efectos del mal que nos rodea”, dijo.
Agregó que el pecado no solo destruye nuestra relación con Dios, también nos destruye, y ya no somos capaces de vivir la fraternidad y la caridad con el prójimo. “Nos hacemos daños y nos herimos. Cuando nos alejamos de Dios no respetamos a nuestro prójimo. Somos insensibles frente a la creación y practicamos todo tipo de atropellos contra la madre naturaleza, ya sea contra los animales, las plantas, el agua, el aire que respiramos y que no es nuestro. Nuestro estilo de vida, así como nuestro modo de producir y de consumir, son agresivos con la madre naturaleza y entramos en un circulo vicioso destructivo que si no nos convertimos en nuestra forma de vivir, como dice Francisco, este círculo se volverá hacia nosotros trayendo sufrimiento”, concluyó.
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Problemática indígena
Monseñor Juan Gavilán hizo referencia ayer durante su homilía a la problemática indígena. “A diario vivimos tensionados de qué pasará con este grupo de expulsados de su tierra, qué pasará de los paraguayos que viven como extranjeros en su propia tierra, en su propia patria. Qué pasará de nuestros antepasados, de nuestras raíces culturales, si no respetamos su cultura. Esa cultura de tener tierras, pero no tienen cultura de tener papeles y se aprovechan los que saben hacer papeles”, dijo.
