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“Cuando comienzan los brotes o epidemias de dengue se apuran en hacer con fuerza las campañas de concientización y de eliminación de criaderos. Es como que se usan estas campañas para responder y apagar el incendio. Una vez que los casos disminuyen también las campañas se detienen y eso está mal. Siempre hay uno o dos años que no se registran brotes o los casos son mínimos y las autoridades no ponen énfasis en concientizar, pues, no hay problemas; sin embargo, igual se debe seguir con las tareas contra el mosquito y con más fuerza aún. Se debe hacer un plan sostenido de 6 a 10 años, exista o no epidemia”, indicó García.
Agregó que para la Asociación de Víctimas de Dengue (Avide), el mal es una enfermedad social, puesto que su diseminación es el resultado de una amplia gama de fallas en la infraestructura de la sociedad brasileña y donde la dolencia es endémica, como Paraguay, ya que se conjugan falta de educación, saneamiento y políticas efectivas de salud pública. “Por eso es que apostamos a la promoción de conferencias, campañas y proyectos sociales para hacer de la concientización del combate al vector transmisor (mosquito Aedes aegypti) algo intrínseco al día a día de la población”, destacó.