Priorizar a los pobres y atención a los jóvenes, recomendó el Papa

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Priorizar la atención a los pobres con proyectos viables y solidarios para salir adelante y atención a los jóvenes y las familias, pidió el papa Francisco al dejar estas tierras, un día como hoy, hace un año, luego de tres días de visita al Paraguay, según el arzobispo de Asunción, Mons. Edmundo Valenzuela. En esta entrevista, quien fue coordinador general por la Iglesia evalúa aquella histórica presencia.

–¿Qué significó para el Paraguay la Visita del Papa Francisco?

–Para responder a esta pregunta hemos de recordar al “mensajero de la paz y de la alegría”, que se nos hizo ya familiar y cercano. Un año es todavía poco tiempo para evaluar y notar el impacto y las repercusiones de la visita de un Papa. Desde la misma preparación se ha tenido en cuenta la otra visita del papa San Juan Pablo II. Desde el punto de vista histórico, el significado mayor radica en cierta expectativa sobre la canonización de Chiquitunga, porque contar ya con un santo mártir y ahora con una santa nos haría el mayor de los bienes. Otro hecho significativo para la Iglesia y el país consiste en que fue una excelente oportunidad de reconocimiento a la cultura y a los valores de nuestro pueblo. Estábamos sufriendo por muchos males, que nos tenían embarrados y, con el aporte y la demostración de los talentos en la misma organización, hemos mejorado nuestra imagen. Realmente estábamos siendo considerados como un país poco serio. Ahora al parecer estamos mejor.

–¿Qué le dijo cuando recorrían las calles?

–El recuerdo de las calles nos puso en sintonía con todo el mundo, más allá de los actos preparados y de las personas involucradas. Fue admirable, maravilloso, ver a tanta gente que no sabíamos de dónde salió y nos transportaba más allá de lo previsto. El Papa en realidad es una persona muy observadora; se lo veía muy concentrado y contento. Miraba a la gente, respondía a sus saludos y gestos: creo que así expresa su cercanía y relacionamiento; sin olvidar a alguna persona en particular: un niño especial, una anciana, un joven (…) Seguro que verificaba lo que ya conocía de nosotros y estaba profundizando en la valoración y el cariño hacia quienes ya había conocido. De más está decir que es un contemplativo que pone los pies en la tierra; rezaba y se dejaba guiar.

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–¿Cuál fue la dificultad en la organización de la visita? ¿El poco tiempo podría ser?

–Desde el momento de la Confirmación de su venida los obispos y la gente del Gobierno nos pusimos a conversar. Como Iglesia, un gran diálogo en las reuniones, mucha oración y trabajo para llegar muy rápido a la visita. ¡Fue un gran evento! No hubiera sido posible la fiesta sin la colaboración de los medios de comunicación y del pueblo a través de los organismos del Estado, de las Organizaciones intermedias y de las Empresas. No obstante, sabíamos que la asistencia de la gente en los distintos lugares superaría nuestros medios; eran tantos los pedidos de participación… todos querían estar cerca del Papa y ser escuchados también. Además del poco tiempo de preparación, la organización de la visita requería todos los datos posibles, actualizados. Recoger los datos de la Iglesia, del país, de los profesionales y especialistas de todos los ámbitos fue un trabajo enorme. Estos datos debían proceder de todo tipo de gente: quien no sabía escribir lo hacía cantando o regalando al Papa su arte, sus cuadros… su corazón.

Atención a los pobres

–¿Qué pidió que se priorizara en Paraguay?

–En Paraguay se debe priorizar la atención a los pobres. Con ellos, mediante proyectos viables y solidarios es posible salir adelante. En el León Coundou nos dijo que la “unidad es mayor que los conflictos”. Las leyes, la justicia y la administración del gobierno deben tener en cuenta esto. Podríamos ahorrar energías y multiplicar recursos si trabajamos con sentido patriótico. En el Bañado nos dijo que “el diablo no nos divida”, y esto es muy importante para soñar y trabajar para superar las deficiencias y los males de la sociedad. Otra de las prioridades es la juventud. En la Costanera nos dijo que “tengamos un corazón libre, libre de la comodidad y de la manipulación”. Hemos de recuperar los valores de nuestro pueblo sencillo y nuestros jóvenes deben mantener sus ideales y luchar por ellos. Una sociedad no podrá ir adelante sin la familia. La hospitalidad característica de nuestro pueblo es un valor de la familia paraguaya y cristiana. En Ñu Guasu nos habló de esta “capacidad de acogida”: en Paraguay siempre se quiso venir a vivir, y las familias estaban abiertas a las gentes. Hoy día se hace todo más difícil por la crisis global que presiona sobre la familia y sobre las personas, y cuando un corazón se cierra está perdido.

–¿Qué se debería hacer para que su visita no se convierta en solo un acontecimiento anecdótico?

–Las dos visitas posteriores a la del papa Francisco, nos ayudan a continuar y realizar sus orientaciones. En el ámbito de la educación hemos podido leer y valorar lo que nos puede servir a que los jóvenes puedan aprender y trabajar en esta época muy difícil. Sólo así el joven y las familias levantarán al país. Con relación a los mensajes, deberíamos compartir, recordar y ensayar todo lo que podamos aprovechar. Ellos son de un gran valor humano, espiritual y cultural.

–¿Cómo piensan aplicar sus mensajes, tales como el de no transigir contra la corrupción, ser una Iglesia en movimiento, o ayudar a los jóvenes a ser factores de cambio?

–Se podría decir en general que la transparencia, la participación (democrática) y la inclusión (justa), nos ayudará a responder a las exigencias del amor. Estos valores de nuestro acervo nos ayudarán a salir airosos del desarraigo (espacial, existencial y espiritual), que es un mal de esta época. El amor por la tierra y las buenas costumbres, y los valores humanos y cristianos deben ser norma para los jueces, fuente de inspiración a los parlamentarios y estímulo de los gobernantes. El “desarraigo” es un mal generalizado que nos exige a todos un buen espíritu a fin de que valga la pena y tenga sentido lo que hacemos y lo que decimos. Es lo contrario a la identidad personal y de un pueblo que desea forjar un horizonte con verdadero sentido trascendente. Esto que pertenece a la visión que tiene el papa Francisco nos muestra el rumbo de una Iglesia que camina con su pueblo y se pone al servicio de las gentes. Los jóvenes de nuestro país se deben sentir orgullosos, fijarse buenas metas y perseverar juntos: los corazones juveniles son siempre motor de los cambios. Un sentimiento de gratitud a toda la gente que trabajó, sin dormir, lloró y se alegró con el Papa nos anima a no dejar que todo quede en lo anecdótico.

avelazquez@abc.com.py