Regreso a la concordia americana

El golpe final a la ofensiva boliviana tuvo lugar con la caída de Mandyjupekua. La debacle boliviana en Ingavi fue determinante para que el enemigo accediera a aceptar la situación y firmara el armisticio del 12 de junio de 1935.

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Enterado el general Estigarribia de que las negociaciones diplomáticas celebradas en Buenos Aires iban por buen camino y que se estaba a punto de llegar a acuerdos tendientes a lograr la paz, dispuso una última acometida con el propósito de asestar un golpe en el centro del dispositivo boliviano, para lograr detener el avance de estos hacia Huirapitindy y 27 de Noviembre.

El 16 de mayo las fuerzas paraguayas de la VI División de Infantería atacaron sorpresivamente a los bolivianos en la Quebrada de Cuevo, ocupando poco después Mandyjupekua. Los bolivianos contraatacaron con el propósito de salir a la retaguardia de las tropas paraguayas con el objeto de amarrar a estas en sus posiciones, pero las fuerzas paraguayas atacaron violentamente, siendo rechazados por el enemigo, que se retiró más hacia el este y al norte.

El 22 de mayo el regimiento “Valois Rivarola” avanzó en una audaz aunque infructuosa maniobra, cortando el camino Yohay-Quebrada de Cuevo y aislando a varios regimientos y batallones bolivianos, que tuvieron que hacer un amplio rodeo, con el propósito de defender Yohay, la “llave de seguridad” de todo el sector, donde se concentraban las fuerzas enemigas sacadas de otros lugares. Luego de estas acciones en ese sector ya no hubo novedades hasta el cese del fuego.

Ingavi, la puerta hacia la paz

El mayor empeño del ejército paraguayo fue, a lo largo del conflicto, impedir que las fuerzas bolivianas llegaran al río Paraguay. Movimientos de tropas enemigas en el sector Roboré-Ravelo, en la zona norte de la región chaqueña, obligaron al comando paraguayo disponer de contramaniobras en dicho sector, con el propósito de no permitir que el armisticio encontrara a Bolivia en las proximidades del río epónimo.

El movimiento de las tropas en la zona respondía al plan ofensivo encarado por el ejército boliviano y cuyo objetivo era capturar el fortín Ingavi, para luego seguir hacia el este. Numerosas acciones llevadas a cabo respondían a ese objetivo, especialmente las realizadas por el II Cuerpo de Ejército boliviano que venía presionando desde el sector del río Parapití.

Ingavi era un centro importante por el cual cruzaban los principales caminos como el de Santa Fe y Charagua y el de Ravelo a Roboré y Puerto Suárez, además de ser zona ganadera, cuya posesión en manos paraguayas significaba un serio riesgo a Roboré y a los caminos que conducían de Santa Cruz de la Sierra a Puerto Suárez, sobre el río Paraguay.

El 1 de junio se reiniciaron las hostilidades obligando a las tropas paraguayas a replegarse. Para defender Ingavi el comando paraguayo designó a uno de los mejores oficiales de su ejército, el teniente coronel José María Cazal, al frente de un destacamento, con los regimientos Batallón 40 y Corrales, en apoyo de los defensores de Ingavi, que el 4 de junio pasaron a la ofensiva, arrollando en varios frente a su enemigo, que ya estaba escaso de provisión de víveres y municiones, lo que les obligó a replegarse, prácticamente aniquilados. La noticia de que la VI División boliviana fue destrozada por el ejército paraguayo influyó decididamente en la concertación del armisticio firmado en la noche del 8 de junio y que llevó a la firma del protocolo de paz, el 12 de junio de 1935.

Cuando los bolivianos estaban preparando nuevas acciones contra los paraguayos en Ingavi, llegó la noticia de que se había firmado el armisticio que ordenaba el alto el fuego por doce días.

¡Estalló la paz!

El 12 de junio de 1935 los delegados de Bolivia y el Paraguay, sus ministros de Relaciones Exteriores, doctores Tomás Manuel Elio y Luis A. Riart, respectivamente, concertaron el armisticio.

Luego de intensas gestiones el mediodía del 12 de junio de 1935 Luis A. Riart (paraguayo), Tomás M. Elio (boliviano) y los negociadores Carlos Saavedra Lamas, canciller argentino; José Carlos de Macedo Soares, canciller brasileño; José Bonifacio de Andrada e Silva, embajador brasileño; Luis Alberto Cariola, embajador chileno; F. Nieto de Río, delegado especial chileno; Alexander W. Weddell y Hugo Gobson, embajadores norteamericanos; Felipe Barreda Laos, embajador peruano; y Eugenio Martínez Thedy, embajador uruguayo, concertaron la cesación de las hostilidades entre el Paraguay y Bolivia por medio de una Conferencia de Paz, convocado por el gobierno argentino.

El Protocolo de Paz de 1935 fue aprobado por el Paraguay el 20 julio de 1935 y por Bolivia, al día siguiente.

Luego de 1.095 días finalizó “la más estúpida de las guerras”, como la calificó el conductor civil de la contienda por el lado paraguayo, el Dr. Eusebio Ayala.

surucua@abc.com.py

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