Sacerdote exhorta a desechar la xenofobia

Desechar la xenofobia, la discriminación y practicar la solidaridad, pidió ayer el sacerdote Jairo Guidini, en la fiesta de la Virgen de Urkupiña, patrona de la colectividad boliviana en nuestro país. Fue durante una misa que se ofició en la parroquia de San Miguel Arcángel. Los del Altiplano trabajan en la venta ropas en el Mercado 4.

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La intensa lluvia que se abatió ayer sobre la capital restó un poco de brillo a la festividad boliviana, que años anteriores se caracterizaba por su colorido y el bullicio. Hasta la imagen de la protectora llegó tarde a la misa; no obstante, al final de la celebración, ya estuvieron más y realizaron la tradicional procesión hasta el Mercado 4, donde prosiguieron la fiesta con un almuerzo de la colectividad que trabaja en ese lugar.

En la homilía, el padre Jairo Guidini, de la Parroquia de los Migrantes, exhortó a paraguayos y bolivianos a practicar la solidaridad. Agregó que Dios invita a un gran banquete universal y quiere que entre sus hijos no haya diferencias.

Invitó a los presentes a hacer buenas obras y desechar las discriminaciones. Puso como ejemplo, la Jornada Mundial de la Juventud que se realizó en Brasil, donde acudieron jóvenes de todas las nacionalidades, sin embargo, entre ellos no había discriminación ni xenofobia, porque era Cristo, quien los unía. Finalmente, reiteró que Dios quiere una patria solidaria, sin xenofobia.

Historia

Cuentan que en la época colonial, en la población de Quillacollo, Cochabamba, una pequeña niña ayudaba a sus padres pastoreando ovejas. Cierto día, a la pastorcita se le apareció una hermosa y deslumbrante señora que cargaba en sus brazos un niño, la cual se convirtió en su amiga. Para la niña, el conversar con la señora, quien le hablaba en el idioma nativo, el quechua, y jugar con el niño, se convirtió en algo natural. Un día, 15 de agosto, sorpresivamente aparecieron los padres y algunos vecinos en el lugar donde la niña pastoreaba sus ovejas. Grande fue la sorpresa cuando la vieron acompañada de la señora y su hijo. La gente sorprendida preguntaba: ¿dónde está la señora? La pastorcita muy feliz respondía señalando hacia el cielo.

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