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“El mejor seguro del universo”, como calificó el presidente Cartes al IPS, se maneja en medio de precariedades desde hace varias semanas. “Ahora voy hasta las farmacias que están sobre la avenida (Sacramento) para comprar un anticoagulante que cuesta más de G. 50.000 y jeringas. Hace mucho calor y yo soy una persona mayor. Muchas veces es desesperante, porque no tenemos ni para comprar lo que nos piden”, señaló Alejandrina Fernández (65), que cuida a un familiar internado en el área de Cirugía Vascular.
Para ir desde el Hospital Central hasta una farmacia fuera del predio y volver nuevamente al edificio se recorre más de un kilómetro. Este trayecto de ida y vuelta se hace varias veces al día, dependiendo de qué medicación o insumo necesita el paciente.
“Faltan muchos medicamentos y cada rato nos piden. Con suerte, se tarda entre 30 a 40 minutos hacer el recorrido, ya que se debe esperar turno en la farmacia de afuera y para subir en el ascensor se espera otro rato. Lo que cuesta más es la venida, porque es subida. Cuando nos cansamos esperamos los buses, pero también tardan demasiado, sobre todo después de las 14:00, ya que hay uno solo”, destacó Fernández.
Varios asegurados se quejaron además por la falta de ventiladores, sobre todo en la zona de farmacia interna y de expedición de turnos. “El calor nos mata. Venimos de afuera afectados por el sol y acá adentro estamos sin ventilación”, dijo Eduardo Pérez (71). Gran parte de los asientos están destruidos.