Una amistad sin tiempo

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Rockeras desde la adolescencia, hoy madres y profesionales, estas mujeres pertenecen a una generación en la que la amistad y la música curaban casi todos los males. El público paraguayo de los 90 recordará a Claudia Fuchs, Sonia Weiss, Silvia Ortiz Kiep y Tanja Henke, pioneras del rock femenino nacional. Las Avalon y una amistad comprendida y valorada.

Claudia, Sonia, Tanja y Silvia se conocieron apenas entrada la adolescencia en un colegio alemán de Asunción. Comparten no solo la misma edad, sino las raíces germano-paraguayas y el amor por el rock and roll. Sus vidas actuales ya no tienen que ver con los ensayos en un cuartito ni con las remeras negras día y noche, el tiempo ha transcurrido y reordenado los destinos. Sonia (voz, 46 años) vive en San Lorenzo, casada, mamá de 4 hijos y empresaria. Silvia (guitarra, 44 años) es arquitecta, traductora y docente, vive en Asunción, casada, 2 hijos y espera el tercero. Tanja (bajo, 44 años), soltera, regresó a su Alemania natal hace varios años y se dedica a la docencia. Claudia (batería, 46 años) vive en Inglaterra, casada, 2 hijas trabaja como docente. Tecnología mediante, unimos a las chicas. Charlamos personalmente con Sonia y Claudia, quien estuvo de vacaciones en Asunción; Silvia se comunicó por mail y Tanja por skype. Por supuesto, hablar de Avalon es hablar de los muchachos de Rawhide (grupo de thrash metal nacional, años 90, compuesto en ese momento por Felipe Vallejos, Jerry Groehn, Emilio Paredes, Santiago Bernal e Isidro Chávez). Las chicas coinciden: “Sin ellos, no hubiéramos tenido la oportunidad de tocar, nos enseñaban, nos prestaban los instrumentos y el local de ensayo”.

De Avalon también formaron parte Claudia Ortiz Kiep e Ivonne Nill. “Distorsión” es el tema del grupo que perdura en el material “Lo mejor del rock nacional”, lanzado en 1990.

–¿Cómo recuerdan el inicio de esta amistad de tantas décadas?

C: Todo empezó en el colegio, teníamos 13 años, Sonia y yo conocíamos a dos chicos que querían formar su banda, nos acercamos a ellos y así fuimos conociendo a los demás.

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–Era tiempo de la amistad y también de amores.

S: Sí, se formaron parejas que duraron muchos años, pero eso no vamos a contarte (risas). Realmente lo central estaba basado en la amistad; nosotras influenciadas y apoyadas por ellos, formamos Avalon, un grupo de rock bien años 60. Veníamos de la escuela de Janis Joplin. Me acuerdo que yo había estado en EE.UU. y vi un concierto de Rod Steward que me voló los sesos.

C: Avalon era la época hippie, de Woodstock, Led Zeppelin, Jimi Hendrix… El nombre surgió de una novela que leí en Alemania y traje para acá: “Las nieblas de Avalón”. Las chicas se lo devoraron; pegó porque los personajes eran todas mujeres.

–¿Se identificaban feministas?

C: No, no teníamos el pro-feminismo, ¿o sí, Sonia?

S: A mí nunca me importó eso, yo siempre fui pro-mujer.

C: Y por ser todas mujeres fue que nos habían invitado a tocar el Día de la Mujer, el 8 de marzo de 1988, en el Juan de Salazar.

–Eran muy jovencitas, pero tenían libertad para trasnochar, en aquella época eso ya era diferente.

C: Sí, siempre teníamos permiso. Mi casa era un punto de encuentro. Donde tocaba Rawhide, tocaba Avalon, empezamos haciendo covers. ¡qué caraduras éramos! (risas)

S: Mi casa también era un punto de reunión. Éramos supersanos, nuestros padres los conocían a todos.

–¿Cómo vivían el ser alemanas, alumnas de un colegio de elite, pero en un ambiente musical que abría las puertas a todos?

S: La doble nacionalidad nos hacía no tener los prejuicios de la mayoría y seguramente también queríamos provocar inconscientemente. Todos veníamos de familias con alguna ruptura: padres lejos o fallecidos. Por eso nos entendíamos tanto, el grupo era muy fuerte, nuestro encuentro, nuestra terapia.

C: Y esto se mantuvo durante todos estos años. Por eso la muerte de Markus Woelfel (fallecido hace un año de cáncer) nos golpeó tanto… (la alegría se corta, lágrimas, silencio). Esa experiencia tan dolorosa nos hizo dar cuenta de que los lazos entre nosotros seguían tan fuertes como antes.

–¿Por qué se deshizo un grupo que pudo ir por más?

C: Duramos 2 años. No pasó nada, se evoluciona como ser humano y cada una buscó su camino. Viajes, separaciones, decisiones, formamos familia.

–En esta segunda juventud, ¿cómo se sienten?

S: Yo me defino “mamá”. A las chicas que hacen rock hoy las veo igualitas a nosotras, con la misma mentalidad, sueños, más estables que otras corrientes musicales. Siempre hubo chicas diferentes.

C: Yo me sigo sorprendiendo de lo que generamos sin darnos cuenta. El otro día estaba con mi hija en una plaza, yo tenía puesta una remera de Corrosión y un joven me saluda con los cuernitos metaleros. Nos pusimos a charlar. ¡Conocía Avalon! Para mí fue una emoción.

–¿Cómo conciben y enseñan la libertad a sus hijos?

S: Ojalá que mis hijas encuentren amigos tan buenos como los que tuvimos nosotras, que las protejan.

C: Yo como mamá estoy de acuerdo con poner límites. Por suerte, mis hijas aman la música (por supuesto también el rock), son pensantes. Parece que el rock te da eso, un enfoque distinto de vivir y entender la vida.

Silvia y Tanja, la otra mitad

Como las demás, Tanja y Silvia accedieron feliz y espontáneamente a la entrevista. Aquí nos dejaron su pensar y sentir.

T: Nos unían la amistad, la música y la buena onda. No fue nada planeado, simplemente fue algo que hicimos en su momento y nos fascinaba. Me sigue gustando el heavy metal, voy a conciertos aquí en Alemania. ¡Y también me gusta el flower power! No cambiaría nada de lo que vivimos; seguimos sintiendo lo mismo, ser amigas es lo más importante. Ahora a esperar que la vida nos depare más encuentros.

S: Todavía me sigue gustando la misma música. Haber formado parte de un grupo de rock te da ese “ser cool” con tus hijos y esposo, y eso no tiene precio. Del grupo aprendí la capacidad organizativa y poder aprender de algo que no era obligatorio sino voluntario. Me hubiera gustado grabar, seguir con la música. Aunque no fue así, nos reencontramos después de muchos años con las chicas y veo que la onda es la misma; es cierto que hubo roces, pero fue porque de jóvenes es difícil saber lo mucho que valen las personas en nuestra vida. Yo rescato todo el cariño y el respeto.

lperalta@abc.com.py