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Los carpinteros tienen que estar de fiesta; por fin las camas dobles tienen en el Paraguay el poder que les corresponde en la historia de las civilizaciones. Si no, que lo digan los casos de las secretarias vip, del amotinamiento en el Senado, los incidentes de la secretaria del “Ferrari” Froilán (ANR) o las esposas de Manuel Radice (PLRA).
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El senador liberal Ramón Gómez Verlangieri se vio en figurillas para justificar la actitud de su pareja, Nadia Espinoza Pintasilgo, una de las figuras visibles en la patoteada ocurrida el martes en el Congreso. Nervioso, este muchacho chovy, dio un portazo en las narices de los periodistas que le consultaban sobre el tema. Y así estamos.
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Este Hugo Caballero, quien encabezó la patoteada jefe ocurrida el martes en la Cámara de Senadores, es presidente del Sindicato de Funcionarios de esa institución. Tiene el cargo de director de Guardería y gana G. 15 millones. La fiscala que investiga el caso, Claudia Morys, debería indagar cuáles son las funciones de este muchacho, y cuántas horas al día le insume tan alta responsabilidad.
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Antes de eso, dijo que los patoteros –que según él no son patoteros- “solo trataron de impedir” que ingresara a su despacho la directora interina de RR.HH. nombrada por el titular del Senado, Mario Abdo Benítez, y que “para eso es la institucionalidad”.
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Justamente, la “institucionalidad” es la que en la ocasión fue desvirtuada por los patoteros, ya que se oponían a acatar una disposición legítima del titular del Congreso, a quien el reglamento interno del Senado le da la potestad de nombrar y remover a los funcionarios de ese cuerpo legislativo.
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En el Batallón de Ingeniería Nº 3 de Arroyito (Concepción), los oficiales y suboficiales se quejan porque ya no reciben el 50% que se les pagaba por encontrarse en una zona roja del EPP. Al contrario, los integrantes son sometidos a abusos de autoridad y no tienen pasajes, víveres, deben pagar su alimentación y hasta comprar agua mineral porque el pozo artesiano no funciona. Tal vez el Cnel. Lezcano pueda conocer más detalles.
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La cruzada de la gente de Encarnación para conseguir que la Junta Municipal local apruebe una auditoría externa de la gestión de las autoridades municipales anteriores constituye una bofetada para la Contraloría. Y le está demostrando al fiscal general, Javier Díaz Verón, y a sus funcionarios, que la gente no confía en ellos.
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Ciudadanos de las demás localidades del país deberían seguir el ejemplo de los encarnacenos. Es la única forma de ir combatiendo realmente a los ladrones instalados en la administración pública y en las municipalidades.