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La gavilla que persigue el rekutu dice que la gente decidirá si se quiere o no la reelección en Paraguay. La gente ya decidió, en su momento, la no reelección: fue cuando designó convencionales para estudiar y aprobar la Constitución que está vigente.
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Solamente una nueva reunión de convencionales designados por el pueblo puede modificar lo que decidió el pueblo en otra convención anterior.
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La Constitución Nacional, decidida por los representantes del pueblo, dice bien clarito: no al rekutu.
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¿Cuánto creen ustedes, amables lectores de esta columna, que se podría pagar de coima para conseguir por 30 años una concesión APP que por lo bajo producirá una ganancia de mil millones?
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A lo largo de la historia, a los diferentes intendentes municipales de Asunción les importó un bledo defender como corresponde los derechos de los ciudadanos.
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Donde más se evidencia esta acusación es en la pésima reparación que realizan Essap, ANDE o empresas particulares que construyen cloacas: hacen largas zanjas, ponen caños y después rellenan vaivai, no apisonan como se debe y al poco tiempo se hunde el asfaltado. Ahí está la Av. Aviadores del Chaco con su asfaltado destrozado donde pusieron caños.
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Otra forma de atropellar los derechos de los ciudadanos es cuando los mismos tipos abren las zanjas, las rellenan y no les ponen la capa de asfalto que corresponde, esperando que los vehículos apisonen la tierra para después de varias semanas ponerle la capa asfáltica.
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Mario todavía tiene tiempo para ser diferente, poniéndose firme ante estos atropellos a los contribuyentes asuncenos.
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Parece que el pecado del gobernador de Guairá Friedmann fue que estaba tan entusiasmado con su casamiento y la luna de miel y descuidó el plan de rekutu. Por ese motivo parece que los cartistas de la zona le armaron un “golpe de Estado”.
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Los dedos acusadores apuntan directamente al senador “Pipo” Alfonso, quien parece que amenazó a su correligionario de que le ocurrirán “cosas peores”. Cháke.
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Por seguridad parece que los muchachos de ahora en más ya no saldrán de vacaciones y postergarán o bajarán los decibeles para festejar un evento social.
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Es una verdadera tortura transitar, especialmente los días hábiles, por la zona de obras del metrobús, especialmente frente al campus de la UNA.
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En horas pico se tardan 40 minutos y las filas llegan a 3 kilómetros inclusive para atravesar el embudo. Nadie pone señalización, las calles alternativas están en pésimo estado. Es decir, un total desprecio a la ciudadanía.