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Amables lectores de esta columna, la “militancia” no es garantía de nada. Por el contrario, en la mayoría de los casos, si se dice que alguien tuvo “militancia” es porque desde jovencito ya mamó de las tetas del Estado y, no en pocos casos, comenzó a meter la mano en la lata.
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Basta ver la declaración de bienes de los multimillonarios de la política partidaria: Óscar González Daher, los imputados Víctor Bogado y José María Ibáñez, Juan Carlos Galaverna, Blas Llano, el imputado Enzo Cardozo, Jorge Oviedo Matto, Carlos Maggi, Freddy D’Ecclessis, Víctor Ríos, Celso Maldonado y el imputado Fernando Nicora López Moreira.
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Además, Julio César Velázquez, Zulma Gómez, Gustavo “Pipo” Alfonso, Perla de Vázquez, su hija Perlita (imputada), “La Madrina” Cristina Villalba, Julio “Pichín” Quiñónez, Juan Darío Monges, el imputado Nelson Aguinagalde, el excomisario Carlos Núñez, Ariel y Fabiola Oviedo, Clemente Barrios, Bernardo Villalba, Héctor Lesme, el imputado Carlos Núñez Salinas, Bartolomé “Ancho” Ramírez, el titular de Diputados Hugo Velázquez y varios otros.
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También están las familias políticas con “militancia”, como los Samaniego, Franco, Gómez Verlangieri, Ovelar, Soto Estigarribia, Buzarquis, Martínez (Diógenes), los Núñez de Villa Hayes, Zacarías Irún y otras.
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Este es el principal reparo a Santi Peña, no tiene “militancia”. Es pobre.
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Alguien en la Junta Municipal de Luque dejó de recibir 300 millones de guaraníes porque la persona que iba a poner una estación de servicios se negó a pagar por la “habilitación”. Fíjense en las fotos de los concejales, amables lectores, y calculen quién pudo haber sido.
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Como resultado, 42 luqueños y luqueñas perdieron la oportunidad de conseguir un trabajo seguro. Estas son las autoridades; así algunos jóvenes comienzan la “militancia” en el partido.
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La política partidaria es una de las “industrias” más prósperas del país. Convierte rápidamente a los burros y pobres en millonarios. Y lo peor del caso es que ocupan cargos de importancia en el Estado y definen los destinos de un país, según lo que le dicta su cerebro y profundo bolsillo.
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Si los ciudadanos capaces y honestos, tan despreciados por los “sabios militantes”, no se animan a lanzarse a la política, dejarán el “arco libre” para que estos zánganos hagan lo que quieran del pueblo paraguayo.
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Ahí está Ludovico Sarubbi como titular de la Essap. Deja que barrios enteros se bañen con cloaca mientras sus gerentes están haciendo campaña política en Caazapá detrás de Santi Peña. ¡Lástima que el ministro no viva en esta clase de vecindad!