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La furia se debe a que la decisión de NDF deja al mandatario definitivamente sin argumentos para intentar violar la Carta Magna después del 15 de agosto.
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Tan pirevai está el number one que su equipo perdió el primer partido del campeonato y ya ordenó “in limine litis” echar al técnico. ¡Che Dio!
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Hay que averiguar si existe un campeonato mundial de caraduras e hipócritas y enviar como representante al “insigne” José María Ibáñez.
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Apenas cuente sus “andanzas”, seguro que los jueces le entregan el primer premio y lo devuelven de una patada al territorio nacional.
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Claro que la culpa no es solo del chancho sino también del que le da de comer. ¿Cómo es que Marito aceptó a alguien de esa calaña competir en las elecciones con la chapa de Añetete?
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Los colegas de Ibáñez intentan eludir su responsabilidad y acuden a argumentos disparatados para no tomar postura.
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El requisito de la honorabilidad es suficiente para rajarlo del cargo de manera deshonrosa.
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Abdo Benítez y Velázquez ya se olvidaron, parece, de sus críticas lapidarias contra el “prócer luqueño” González Daher.
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Dijeron que lo echarían por sus manejos corruptos y, sin embargo, sigue campantemente sentado en su banca de senador.
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El presidente electo debería cuidarse de que tantos hombres escombro que está admitiendo a su alrededor no terminen por caerle encima.
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El superministerio de Información que impulsa el nuevo gobierno no termina de convencer. Abdo nunca manifestó mucho interés por los medios públicos.
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Lo único que se necesita para una buena comunicación y una buena imagen del Gobierno es que todo los actos sean transparentes y públicos. Lo demás es accesorio.
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Tal como está planteado, el Parlasur solamente sirve para que una partida de operadores políticos, amiwis, familiares y demás tengan un salario por no hacer nada.
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No tiene ninguna utilidad práctica y constituye un gasto presupuestario injustificable.
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El Senado pidió informes a la SFP sobre la cantidad de funcionarios públicos. Seguro descubrirán que hay muchos más de los necesarios.