Las casillas construidas por la Municipalidad, que costaron G. 1.600 millones, resultaron un rotundo fracaso para sus ocupantes.
Para Guillermo González la venta es prácticamente nula. “La gente no viene hacia este lugar. Los peregrinos llegan al santuario y compran los recuerdos de los alrededores y retornan. Aquí todos los días pasamos sentados esperando a los compradores”, indicó.
Es su puesto de venta de una dimensión de 2 por 2 metros ofrece imágenes de la Virgen en todos los tamaños y precios. Cuenta, además, con rosario, juegos de figuras para el pesebre, sombreros y otros objetos muy accesibles para llevar de recuerdo, “sin embargo aquí están todos y no corre nada”.
González considera chicas las casillas y los pasillos son angostos, donde tampoco no permiten que se saquen los productos.
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María Benítez es otra de las arrendatarias de las casillas construidas por la Municipalidad. “Muy poca venta estamos teniendo. Nadie quiere entrar por estos pasillitos. Construyeron como un gallinerito, como jaulitas de animales y tenemos que pagar 400.000 guaraníes en impuesto. Es un fracaso y hasta quiero recurrir a la Comisión de Derechos Humanos porque de dónde vamos a sacar la plata si no se vende nada”, apuntó.
La vendedora María Teresa Sanabria indicó que quedan tres días de las festividad y a esta altura, en años anteriores, ya se alcanzaba una ganancia para pagar impuesto y el resto para las fiestas de fin de año. “Hemos contraído deudas por la mercadería, pero así como está no retribuye nada”, precisó. Agregó que los peregrinos no conocen la ubicación de las casillas y no vienen. “Queremos sacar en el pasillo la mercadería para que la gente vea, pero al rato nos piden que se meta”, apuntó.
La galería construida por la Municipalidad se encuentra a un costado del local comunal. Durante una recorrida por el lugar pudimos comprobar el reducido espacio donde deben ingeniarse los vendedores para exponer sus productos. El pasillo es angosto y no está preparado para multitud de personas.
En algunas partes, las canaletas ya están averiadas. Por estas quejas que tuvieron espacio en nuestro diario, fue querellada nuestro corresponsal en Caacupé, Desiré Cabrera.
Ayer intentamos hablar con el intendente Roberto Franco (ANR), pero en la secretaría nos dijeron que no se encontraba. Incluso le dejamos un número para que nos llame y no lo hizo.
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