“Mientras estuve en Paraguay, una sola vez nos convocaron los militares para darnos su percepción sobre el EPP. La reunión duró como tres horas, aburrida, en la sala de juntas del Ministerio del Interior. Terminé buscando mi computadora para hacer algo mientras ellos hablaban. Nunca más los volvimos a ver, excepto para darnos apoyo táctico con helicópteros para escoltar a Fidel al día siguiente de su liberación... Nosotros hicimos el anillo de seguridad en uno de los helicópteros. El que cayó...
–¿Cómo? ¿El que cayó?
–(ríe) Sí. Nunca lo olvidaremos. Ahí íbamos “los colombianos” cuando el piloto se da vuelta y nos dice “nos vamos para abajo”. Y nos vinimos abajo desde casi 600 metros de altura, con 7 pasajeros a bordo, todos los colombianos y Luis, el hermano mayor de Fidel. Tiempo después se apareció un general con otro helicóptero, íbamos a subirnos, pero nos dijo que era el suyo. Que repararían el nuestro y en ese debíamos volver.
Lo cierto es que caímos en plena zona del EPP que de seguro nos tuvieron que ver caer. El piloto de ese helicóptero debe ser hoy día el mejor del Paraguay, vinimos en picada, pero en forma espiral hasta caer del todo. Luego nos llevaron hasta la base en Concepción, allí esperamos y volvimos a montarnos en el mismo helicóptero para volver a Asunción.
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Duró una hora el vuelo pero nunca lo olvidaremos, una hora rezando para que no se fuera a caer otra vez. Llegamos al aeropuerto y nos estaban esperando unas camionetas y salimos para la casa. Llevábamos cuatro días sin dormir, sin bañarnos, sin nada”.