Tensión entre damnificados y vecinos en seis puntos críticos

La inundación de hace siete meses, tras la cual se formaron unos 123 refugios en seis puntos de la capital, reveló que hay una amplísima franja de personas al margen de cualquier política habitacional.

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Hasta la última crecida, estaban confinadas en los bañados. Hoy, sus precarias condiciones de vida están a la vista de todos los asuncenos, que les marginan, según ellos, y en palabras de los vecinos, les consideran una “carga pública”.

Un clima de tensión y hostilidad se vive en los seis puntos de la capital en los que fueron distribuidos un total de 93 refugios, según los datos de la Municipalidad de Asunción. Allí, los días de los damnificados por la última crecida transcurren en un clima de hostilidad entre sí y con los vecinos.

Si en el centro de Asunción y en el interior de los barrios el servicio de recolección de basura está resentido, en las zonas de los refugios es peor y los vecinos responsabilizan directamente a los damnificados por la gran acumulación de desechos frente a sus casas.

Otro punto no menos importante es el supuesto aumento de la inseguridad en las zonas donde se emplazan estos precarios asentamientos, según lo señalado por los vecinos.

En la zona de Yukyty, en las cercanías del cerro Lambaré, una vecina, que pidió no ser identificada por temor, explicó que ya le robaron todo lo que pudieron frente a su casa. Incluso, en dos ocasiones, entraron a su casa. “La recomendación que me hicieron los policías en ese entonces fue que no denunciara ni señalara para no sufrir represalias”, explicó visiblemente ofuscada por la impotencia.

Entre sí, los damnificados también están en constante enfrentamiento. En la zona de 21ª Proyectada, Barrio Obrero, dos grupos de familias se acusan recíprocamente de los robos que ocurren en el refugio.

Allí pululan los adictos al crack o “chespi”, en palabras de los vecinos y de los residentes temporales.

Desde que se produjo la crecida del río Paraguay, hace siete meses, hasta ahora, desde ninguna institución se planteó un proyecto serio de reubicación permanente para estas familias. Muchas de las cuales, por la incertidumbre sobre el comportamiento del río, se constituyen en familias “nómadas”.

“Se suponía que era una situación temporal, pero ellos (los damnificados) se están afincando. Crían animales en nuestras veredas. Levantaron sus baños en la calle. De refugio esto pasó a ser un asentamiento. El Estado les impuso a los vecinos la carga pública de tolerar las villas frente a sus casas”, según la señora Carmen Leguizamón, residente del Barrio Obrero.

Soledad Núñez, ministra de la Senavitat, explicó que hay un proyecto con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para brindar soluciones habitacionales a esta franja de personas hoy excluida, con miras a reducir los índices generales de pobreza. Sin embargo, dijo que no puede brindar detalles porque el mismo se encuentra en etapa muy incipiente.

Núñez añadió que durante el tiempo que le tocó dirigir la organización “Un Techo para mi País” en Paraguay, conoció a fondo la realidad de las familias de los bañados y sus dificultades para acceder a subsidios para la vivienda.

Habló también de proyectos para reubicar a la Chacarita Baja en la zona del Botánico y de otros de igual magnitud, pero todos son proyectos. No hay nada en concreto.

Muchos de los damnificados quieren volver a sus viviendas, situadas principalmente en los Bañados. Además de la hostilidad entre sí y con los vecinos, en las precarias viviendas en las que viven sufren el calor en niveles prácticamente intolerables, debido a que las precarias casas se techaron con zinc.

Sin embargo, la incertidumbre sobre el comportamiento del río obliga a muchos a permanecer en los refugios.

En cada familia hay, como mínimo, tres niños pequeños, según pudimos observar.

16.713 familias fueron desplazadas de los Bañados en la última crecida. Muchas de ellas continúan en los refugios, que poco a poco fueron convirtiéndose en asentamientos.

93 refugios todavía se mantienen en seis puntos de la capital, en los que viven cientos de personas. El único plan de la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) estaba dirigido a 50 familias.

25.000 votos entre las 17.000 familias desplazadas se calcula que hay, por lo menos, 25.000 personas en edad de votar. Estas tendrán una importancia decisiva en los próximos comicios.

pcarro @abc.com.py

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