Promeseros ascienden con emoción la loma

Una gran cantidad de peregrinos se enfilaba ayer hacia la capital espiritual de la República para honrar a la Virgen de los milagros cuya festividad se celebra mañana. El sacrificio de la caminata cargaba sentimientos de gratitud por la salud, el trabajo y la familia. También pedidos para que el próximo sea un año mejor.

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El hermano misionero Fabio Acuña llegó el pasado 4 de diciembre desde Colombia y ahora, por primera vez, pudo cumplir el sueño de peregrinar hasta el Santuario de Tupãsy Caacupé.

Con su vestimenta religiosa lo acompañaban los integrantes de la familia Ginés-Del Puerto de Villeta, en cuya casa se hospeda. “Hace años sabía de la existencia de la Virgen de Caacupé, pero ahora con estos amigos puedo visitarla”, comenta con satisfacción.

“Peregrinamos por la salud, el trabajo y la familia. Más aún ahora es muy grato con la visita de un padre en nuestra casa trayendo cosas positivas. Vale la pena el sacrificio”, dice Mabel Del Puerto, a quien acompañan su esposo Dionisio Ginés y sus hijos Pabla y Tobías. 

Doña Raimunda Guerrero (76) peregrina con su familia desde hace unos cincuenta años. Para ella formar parte de la caravana de los promeseros es simplemente “a voluntad”.

María Feliciana Ortega de Colmán (69) acompañada de su nieta Sofía (10) decidieron llegar hasta la capital espiritual para agradecer por lo bien que le fue en los estudios a la pequeña.

Otros jóvenes, como Joel Franco Torales y Derlis Ledesma, también siguen esta tradición de llegar hasta la Basílica con el infaltable termo de tereré que vuelve más ligero el camino. “Por el trabajo y la familia”, dice Derlis, al aclarar que aprovecha esta visita para ver a su madre que vive en Caacupé.

El pequeño Jesús Samuel (6) iba acompañado de su madre Rosana Taboada, con quien caminaba desde “Pablito Róga”, donde empezaron con una oración ante el oratorio. Ellos vienen desde Itá. “Cuando nació Jesús tenía 5 kilos y 125 gramos, lo que lo convertía en un bebé gigante. Nació con una cesárea y tuvo que entrar en incubadora. Le encomendé a la Virgencita y ahora estamos pagando lo prometido por sexto año consecutivo”, cuenta la madre.

De la compañía Saguasu de Yaguarón, llegó a pagar su promesa con capa azul de seda la niña Naiana (2). El mismo atuendo lucían sus hermanas y primas Gabriela, Montse y Romina. “Una modista les hizo la capa. Llegamos con la caravana de carretas y nos vamos a quedar hasta la serenata y la misa central, al fin y al cabo, solo venimos una vez al año”, dice bien convencida Gessica Gómez.

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