Prisciliana Brítez (50) es una pobladora afectada por las inundaciones. Su medio de sustento es la elaboración y venta de chipa. No puede trabajar desde hace dos semanas. Su tatakua (horno) está inundado y sus clientes no tienen dinero para comprar nada.
Otros pobladores relataron que las cinco olerías de la zona están cerradas desde hace dos meses. Nadie puede trabajar. No tienen caminos. Si se enferman están sin salida y no cuentan con medicamentos, de acuerdo a lo que dijeron.
Una mujer comentó entre lágrimas que tuvo que vender dos vacas lecheras, a solo G. 800.000. Se quedó con una a la cual ya no puede alimentar y ya no da suficiente leche para elaborar queso.
