Representantes de la Pastoral Juvenil de Limpio encararon al padre Silvestre Olmedo y literalmente le hicieron confesar que abrazó y le tocó los senos a una miembro del equipo de apoyo de la Iglesia.
Los jóvenes grabaron la conversación y la entregaron a los medios. En la misma se lo escucha a Olmedo reconocer que acosó a la joven, pero trató de minimizar diciendo que “fue sin querer”.
Casi en simultáneo, en Caacupé, el arzobispo de Asunción y presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya, Mons. Edmundo Valenzuela, a cuyo cargo estuvo el oficio de la misa matutina de ayer, previo al día de la Virgen de los Milagros, se escabulló de los periodistas al término del acto litúrgico para no responder sobre la situación.
Visiblemente nervioso y realizando ademanes de rechazo, dicho religioso se retiró del lugar. Según la denuncia, Valenzuela desde hace dos meses está al tanto de aquel hecho y prefirió proteger al sacerdote acusado.
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El martes, día en que cobró estado público el caso del padre Olmedo, Mons. Adalberto Martínez hizo saber a través de la secretaría de prensa que se suspendía la tradicional conferencia que venían ofreciendo a los medios luego de la misa del novenario.
Monseñor Valenzuela, ayer durante su homilía, no realizó un mea culpa pero hizo un duro llamamiento. Dijo que “hay que ayudar a recuperar a los niños y jóvenes que se dedican al vandalismo: barras bravas, pandillas de violentos, motochorros, asaltantes de transeúntes, carteristas o descuidistas, rateros, robacoches, tortoleros, pirañitas, y peajeros. Sostuvo que la pastoral debe ocuparse en especial de aquellos que han caído en el pecado.
Hasta el domingo estuvo celebrando misa
El párroco de Limpio Silvestre Olmedo –acusado de manosear a una joven–, hasta el domingo último seguía celebrando misa bajo la protección del arzobispo de Asunción, monseñor Edmundo Valenzuela. Este obispo recibió la denuncia contra Olmedo en septiembre último y no tomó decisión alguna hasta que el caso cobró estado público.
Según los relatos, Mons. Valenzuela se limitó a pedir a la joven denunciante que ore por el sacerdote a quien denunció. Recién el martes tomó la determinación de separarlo del cargo, luego de que se conociera el hecho masivamente. El denunciado reconoció que cometió “algo indebido”. Habría al menos otras tres víctimas más.
