13 de enero

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¿El Partido Colorado controla al Gobierno o el Gobierno controla el Partido Colorado? La primera opción es la correcta, la segunda, no.

Un partido político es un instrumento para llegar al poder con el fin de que sus ideales y programas se conviertan en acciones de gobierno para beneficio de la colectividad nacional, no solamente de una facción interna.

El partido de Gobierno o en función de poder es el que generalmente tiene mayor influencia sobre los gobernantes por el hecho de haber propugnado las candidaturas de los ganadores.

Sin embargo, en la democracia, la identidad de los gobernantes con sus partidos termina el día que fueron proclamados y retorna, en discutida argumentación, cuando su sucesor busca apoyo en el símbolo de su investidura para hacer proselitismo.

Los mandatarios no representan a sus partidos, menos a facciones de los mismos. Son representantes de la nación desde el momento en que todos, inclusive quienes votaron en contra, acatan el resultado de la voluntad popular.

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Vale recordar en este punto que los revolucionarios franceses rechazaron en el siglo XVIII de alguna manera la idea de los partidos políticos, influenciados por la teoría de Rousseau de la Voluntad General (“... la voluntad general puede por sí sola dirigir las fuerzas del Estado, según los fines de su institución, que son el bien común...”). Solo a principios del siglo XIX fueron aceptados y después de la II Guerra Mundial dentro del proceso mundial de constitucionalización.

Los partidos ya no son facciones que empujan a las personas a actuar como fieras en pos de sus intereses personales sino herramientas para lograr beneficios colectivos sobre la base de principios internacionalmente compartidos.

Está bien, por ende, que las personas que se juntaron para promover el interés nacional teniendo como base un principio compartido sean quienes controlen, desde sus partidos, a los gobernantes para que cumplan el pacto o compromiso asumido, y no al revés: que los gobernantes ejerzan control, o más aún dominio, sobre la organización política de origen, menos aún para manipularla de acuerdo con proyectos y acuerdos o alianzas establecidos sobre la base de intereses particulares o grupales.

En el caso del Partido Colorado y la reelección del presidente Cartes, este ejerce un dominio sobre el primero, que los colorados aceptaron mansamente al comienzo para luego crear resistencia y ahora una abierta oposición interna, tratando de evitar que el Grupo Cartes utilice al partido, no para los “beneficios colectivos”, sino para el grupo, donde solo algunos colorados son apenas invitados.

La fecha elegida para presentar las firmas de ciudadanos solicitando la reelección por medio de la iniciativa popular, luego de cristalizarse por un año el rechazo en el Senado es una manipulación más del sentimiento colorado con respecto al 13 de enero. Los colorados venían de una larga llanura participando en un relativo cogobierno con la dictadura de Higinio Morínigo, cuando en aquella fecha del año 1947, los comandos militares decidieron terminar con los políticos en el gabinete para imponer un gabinete netamente militar.

La sublevación del comandante de la Caballería, coronel Enrique Giménez; del jefe de Policía Rogelio Benítez y de Víctor Morínigo, con la ayuda de otros, evitaron no solo que el Partido Colorado volviera a la llanura, sino además que la conducción del país quedara en exclusivas manos castrenses. El presidente Cartes quiere que los colorados piensen que él está haciendo algo igual por la ANR,... supongo, pero no creo que ni quiera pensar lo que sucedió dos meses después: el inicio de la revolución del 47.

ebritez@abc.com.py