A limpiar el chiquero

Antes de retirarse de la Casa Blanca en el final del ejercicio de la presidencia de los Estados Unidos, Barack Obama expresó a través de las redes sociales su agradecimiento por la confianza depositada en él por el pueblo norteamericano para desarrollar por dos períodos la gestión presidencial de la mayor potencia económica, militar y política del mundo.

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“Mi último pedido –dijo Obama– es el mismo que el primero. Que creas, no en mi capacidad de crear cambio, sino en la tuya”. Dada la repercusión mundial alcanzada por el liderazgo del expresidente norteamericano, la frase encierra una clave para nuestro país y para otros como el nuestro que soportan los rigores de la mala praxis política, con una culpa compartida tanto por los actores políticos como por los ciudadanos que los eligen y consienten los hechos y estados de corrupción y violencia.

Creer y confiar en nuestra propia capacidad de ciudadanos y electores para realizar cambios, rectificar rumbos e impulsar proyectos por el bien común es la clave para romper en nuestro país con esta verdadera usurpación de la voluntad popular que imponen los caciques políticos, miembros de las cúpulas partidarias, donde se cocinan las listas sábana por las cuales muchos ciudadanos se ven obligados a votar por tradición, prebendas y clientelismo.

Recientemente otro líder mundial, el papa Francisco, dijo una vez más que los laicos deben hacer política y “tendrán que ensuciarse las manos por el bien común”. Frente a la cultura de la ilegalidad, de la corrupción y del enfrentamiento, “el cristiano está llamado a dedicarse al bien común en compromiso con la política”, señaló el sumo pontífice.

Para el Papa hacer política es una forma de practicar la caridad y advierte que descartar a las personas sin trabajo, sin estudios o por otros motivos es el camino de la destrucción, por eso no se puede mirar como católico desde el balcón. “Mézclate, haz política: te hará sufrir, tal vez te haga pecar, inclusive, pero el Señor está contigo. No dejes que la cultura del descarte nos descarte a todos”.

Dos líderes mundiales hablando justamente de lo que importa a la ciudadanía paraguaya: confiar en uno mismo, sin necesidad de intermediarios para tomar decisiones soberanas y aceptar el reto de ensuciarse un poco para trabajar por la democracia y la dignidad humana. Renunciar a esto es dejar que las cosas sucedan tal cual ocurren ahora, o quizás peor.

Tal vez deberíamos ir pensando que por no ensuciarnos las manos hoy, mañana tengamos que ensuciarnos completamente todo tratando inútilmente de limpiar el chiquero de los porcinos que escogimos por simple comodidad y facilismo.

ebrítez@abc.com.py

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