Al borde del caos y la anarquía

Lo que ha ocurrido en Curuguaty va más allá de una simple confrontación de dos sectores que luchan por sus respectivos intereses creados. Ha sido un golpe artero contra la institucionalidad del país ya que la confrontación sangrienta es el enemigo más encarnizado de la democracia y de la libertad y siempre culmina jaqueando las buenas intenciones de propios y extraños que desean vivir civilizadamente.

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Muchos políticos amorales creen estar por encima del “Contrato Social” despreciando las reglas de la convivencia pacífica, las libertades esenciales y del bien común por las que se debe regir la ciudadanía plena. Esta moneda de cambio tiene también otra cara siniestra, la falta total de equidad y justicia social. No es posible que menos del 10% de la población del Paraguay acapare más del 85% de las tierras del país.

La verdad tendrá que ser totalmente esclarecida porque de no hacerlo terminaremos en el populismo barato, en la intriga, la demagogia y la anarquía que sabemos dónde comienza sin la certeza plena del límite final. Muchas veces el victimario opresor queda atrapado en su propia trampa y termina tan alienado y confundido como aquel a quien quiso desorientar con manipulaciones, engaños y sortilegios muy apartados de la realidad.

El Gobierno ha caído en su propia red de telaraña que fue tejiendo a través del tiempo con una minuciosidad implacable, poniendo paños tibios a una situación intolerable, adoptando comportamientos blandos inoperantes, inefectivos, subestimando la consolidación de un grupo altamente entrenado y completamente adoctrinado que al fin de cuentas conoce mejor que el propio gobierno sus planes y sus estrategias para arribar al objetivo deseado.

El estado de derecho en el Paraguay esta en juego, pero el pueblo que ha sido incauto a la hora de votar hoy se ha despertado de una acuciante pesadilla y otorga un voto de censura a un modelo doctrinario que ya no tiene credibilidad. Es hora de revertir profundamente esta situación porque de no hacerlo sufriremos todos los impactos de las balas del caos, de la infamia, de la deshonra y de los tremendos desafueros sin solución de continuidad que es la causa más profunda de la desesperanza y la desilusión.

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