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Se podría decir que la población de Amambay llegó a acostumbrarse a los macabros sucesos de cuerpos acribillados a balazos, incinerados o maniatados de pies y manos, con la marca de la mafia en los cuerpos de quienes cayeron en las manos del crimen organizado.
En las dos últimas semanas se registraron cinco ejecuciones y en lo que va del año la cifra superó cincuenta. Todo hace suponer que al final del año nuevamente la cantidad de víctimas superará el centenar en el departamento.
Detrás de esta violencia extrema se encuentra la sombra despreciable del narcotráfico que como un cáncer se apoderó del departamento de Amambay y se extendió hasta carcomer los propios cimientos de la sociedad, corrompiendo en su absoluta mayoría a las autoridades encargadas de combatirlas.
Todo esto es posible gracias a un Estado inútil que ni siquiera es capaz de controlar nuestras fronteras, permitiendo la presencia masiva de extranjeros que corriendo de la justicia de sus países encontraron una guarida perfecta en nuestras ciudades fronterizas.
La permeabilidad de nuestras fronteras es impresionante; narcotraficantes brasileño, entran y salen de nuestro territorio sin ningún tipo de control. Llegan, se instalan en lujosas mansiones y en un abrir y cerrar de ojos poseen documentaciones paraguayas legales pero de contenido falso. Se rodean de matones armados y se pasean en vehículos blindados sin que nadie los moleste.
Esta presencia masiva de narcos brasileños del Primer Comando da Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV) es la causa principal del aumento de la violencia en esta parte del país. Sus sicarios regaron de sangre y muerte las calles de esta capital departamental con una impunidad alarmante que desnuda la inutilidad de nuestras autoridades para eliminarlos o, quizás, sea más el reflejo de una repugnante complicidad de quienes deberían de combatirlos.
Los narcos brasileños transformaron nuestras ciudades fronterizas con el Brasil en verdaderas guaridas del narcotráfico; crearon “cuarteles” desde donde trafican drogas y armas, sin que ninguna autoridad realmente haya mostrado tener una verdadera intención de poner freno a sus actividades.
Actualmente es un secreto a voces que el PCC y el Comando Vermelho se dividieron “territorios” en el departamento del Amambay. Cada banda criminal impone su ley en su territorio y los narcos paraguayos se convirtieron en meros secretarios de los poderosos y sanguinarios narcos brasileños que se adueñaron de la frontera paraguaya.
La inseguridad crece en nuestras ciudades fronterizas y la violencia del crimen organizado se va fortaleciendo, alentado por el desinterés o la complicidad de las autoridades que no implementan un control efectivo de nuestras fronteras, por donde entran y salen delincuentes de todo tipo que “importan” sangre y muerte con total impunidad.
No en vano somos vistos en el extranjero como una guarida de narcos y lavadores de dinero; la realidad del Amambay lo confirma, considerando que actualmente la zona está cautiva por despreciables narcos brasileños que se adueñaron de la zona.
En el Poder Judicial también estos criminales tienen sus “agentes” alquilados y que sin ruborizarse firman resoluciones para librar de la cárcel a los capomafiosos que operan en la frontera sembrando terror y luto. Es el caso de Barón Escurra, que “trabaja” campantemente en la transfrontera.
Ante esta terrible situación que mantiene preso a al departamento, pareciera no existir otra alternativa que continuar contando los muertos a balazos hasta que las autoridades decidan implementar planes de seguridad para brindar tranquilidad a los habitantes del Amambay, que en su mayoría es gente honesta que con el trabajo honesto forja el desarrollo de la zona.
candido@abc.com.py