Almas gemelas

Cuando el doctor Artemio Bracho, fundó en Puerto Pinasco la Cruzada Mundial de la Amistad, no habrá imaginado el impacto que tendría en el futuro su feliz iniciativa. Han transcurrido sesenta años y su sueño ya recorrió casi todos los países del mundo, donde se celebra el acontecimiento.

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En el Paraguay festejamos el día de la amistad, cada 30 de julio, fecha en que se creó la Cruzada. Es una ocasión para reunirnos con amigos, vecinos, familiares y compañeros de estudios o de trabajo. Con la tecnología de hoy, es muy fácil reencontrarnos con antiguos camaradas a través de las redes sociales. Si algo evolucionó de una forma extraordinaria, es precisamente la comunicación humana y los medios para establecer los contactos.

Somos seres sociales. No podemos vivir aislados y menos ahora que gracias a Internet, las distancias ya no existen. La gente se conoce y se relaciona, sin estar uno enfrente del otro, sin contacto físico, mediante la magia de la comunicación actual. Se hablan, escriben y se intercambian fotos y vídeos, aunque estén a miles de kilómetros, unos de otros. Todos son amigos en las redes, incluso uno puede interactuar con personalidades tan encumbradas como el Presidente de los Estados Unidos o el Papa Francisco.

Quizás la psicología o la sociología, ya estén estudiando estos comportamientos y como la comunicación crea nuevas pautas de conducta, imposible de imaginar en décadas pasadas. Por de pronto, y refiriéndonos a la amistad de nuevo, muchos mantenemos amigos, que siguen a nuestro lado, a pesar de los años y las vicisitudes de la vida. Ellos se merecen un sincero y cálido homenaje porque son como nuestras almas gemelas.

No somos santos ni perfectos y hemos fallado con ellos, infinidad de veces. Olvidamos sus cumpleaños o estuvimos ausentes en un acontecimiento importante. En algún momento dado lanzamos críticas injustas sobre su persona o nos enojamos por tonterías. Nos llamamos a silencio o pusimos mala cara sin motivo aparente. Desconfiamos de su lealtad sin ninguna razón y hasta pensamos dejar de ser amigo y romper la relación. Todas estas cosas suceden normalmente entre dos personas que se quieren luego, todo se arregla.

Hay que perdonarse y abrazarse. Agradecer a Dios, que nos haya dado un hermano espiritual y un compañero de ruta con quien compartir cosas buenas y malas; alegrías y tristezas, éxitos y fracasos. Que es un amigo, sino el otro pedazo del corazón con que sentimos y se nos hace la existencia más llevadera.

Blila.gayoso@hotmail.com

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