ANDE, tapando el sol con un dedo

El presidente de la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), ingeniero Víctor Romero Solís, dijo que las permanentes críticas a la estatal eléctrica por parte de este diario se deben a los intereses del grupo empresarial al que pertenece.

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Si semejante afirmación provenía de un funcionario de menor rango de la ANDE, bien podría ser tomada como una cuestión a considerar. Sin embargo, cuando este tipo de manifestaciones proceden de la máxima autoridad de tan importante empresa estatal, la misma resulta inaceptable y hasta llamativa por cuanto que no solo denota bajeza argumentativa, sino también evidencia la equivocada idea que por lo visto se tiene sobre lo que debe ser el servidor público que, a propósito, el mencionado funcionario es el que percibe una de las más altas remuneraciones en sueldos y beneficios en el Estado paraguayo, todo sufragado por los contribuyentes.

El presidente de la ANDE que, seguramente, debió tener la anuencia del presidente de la República Horacio Cartes para decir cuanto dijo, se decidió de ese modo a hacer uso de la conocida práctica de tratar de distraer el tema de fondo.

En efecto, el problema de la ANDE y su reconocida ineficiencia en el abastecimiento en el servicio de energía eléctrica por medio de los conocidos y cada vez más reiterados apagones, es un hecho tan real como que hace calor en verano.

Esto que forma parte de la lacerante realidad que padecen a diario miles de compatriotas no se debe a la maldición de alguna misteriosa deidad del cielo o del designio del destino. Dejémonos de engañar, esto es causado por el monopolio estatal que conduce inexorablemente a la ineficiencia y a la corrupción predominantes.

Las importantes precariedades en el servicio eléctrico que sufre la población y que hoy día son remediadas con la compra de generadores por parte de las empresas para así seguir operando y cumplir con sus respectivas demandas de bienes y servicios, como también con el pago a sus empleados, apenas son la punta del iceberg de un gigante que, como la ANDE, contiene en la profundidad de su administración situaciones peligrosas por los daños que ya produce y puede todavía ocasionar más.

La ANDE no puede expandir sus servicios ni tampoco ofrecerlos con los debidos parámetros de calidad en las actuales condiciones por la razón de que la inversión requerida es de tanta cantidad de dinero que nada se puede hacer sin tener el severo escrutinio de sus verdaderos dueños, los sindicalistas y políticos, que se hacen llamar “nacionalistas”, por cuanto mejor defienden sus privilegios de dobles y más aguinaldos, y pagan apenas la mitad de la tarifa de la energía eléctrica que consumen mensualmente.

La ANDE se comporta como un gigante con pies de barro. Es un gigante que seguirá dormido para no despertarse de su largo letargo pese a los incesantes reclamos que a cada minuto recibe, porque su principal autoridad, secundada por sindicalistas y políticos que de seguro estarán contentos por las declaraciones de su presidente, en vez de corregir con firmeza, honestidad y creatividad lo que ocurre, se dedican a tratar de tapar el sol con un dedo.

(*) Decano de Currículum de UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado” y “Cartas sobre el liberalismo”.

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