Anhelada redención

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El Ñeembucú, un territorio con envidiable ubicación y condiciones inmejorables para ser nexo del Paraguay con el comercio mundial, históricamente ha perdido oportunidades por el desinterés y la falta de inversión estatal. Las ventajas comparativas del departamento no han sido valoradas en su justa dimensión, privando a sus pobladores de posibilidades de progreso y desencadenando un masivo éxodo, que continua hasta estos días.

La guerra, inversiones frustradas y la desidia local son otros factores que han evitado hacer justicia con las familias sureñas. Si uno visita los distritos del duodécimo departamento, verá que muchos pueblos muestran una imagen fantasmal, con viviendas abandonadas y edificios en ruinas. La inicial prosperidad que se fortaleció con la independencia y hasta los años previos a la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870) quedó reducida a cenizas por la inmisericorde acción de los cañones y el saqueo del ejército invasor.

Con fe y gracias al ADN combativo de sus habitantes, sobre el dolor, la miseria y la total destrucción, Ñeembucú inició la reconstrucción. Fueron sus puertos de Pilar y Humaitá con la exportación de los cítricos y otros productos, además de la recepción de las importaciones, los que impulsaron una muy difícil recuperación. Pero, la favorable ubicación de los pueblos ribereños no logró, captar el interés de gobiernos de la posguerra, las inversiones tuvieron otros destinos.

Sin respaldo del sector público, las empresas no tuvieron otra alternativa que abandonar el sur, cayendo en depresión poblaciones que conocieron de épocas de prosperidad, como la emblemática Humaitá. En poco tiempo, los jóvenes, que ya no encontraban alternativas de empleo, empezaron a abandonar masivamente el lugar. Las hermosas casonas de la “Sebastopol de América” fueron abandonadas por familias que dejaron para siempre este hermoso, pero aislado pueblo del sur del Paraguay.

Pilar estuvo a punto de correr la misma suerte, pero el destino quiso que dos inquietos italianos salvaran a la hoy capital departamental de un presente desgraciado; Paolo Federico Alberzoni, joven empresario oriundo de Brescia, y el sacerdote Redentorista Federico Schiavón, ya fallecido. En los años de la dictadura, Schiavón era la única persona que se atrevía a reclamarle permanentemente a Stroessner la necesidad de asfaltar la pésima ruta IV y la liberación de los presos políticos.

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En todo este tiempo, fuera de las acciones providenciales de estas personas y otros benefactores como el contraalmirante Ramón Enrique Martino, en esta parte del país el Estado se ha mantenido ausente y ha sumado a su nula inversión, trabas a proyectos de capital privado, como el de la Ciudad Industrial de Curupayty, que contemplaba grandes inversiones privadas para la construcción del mayor puerto de la República, aeropuerto y ruta pavimentada hasta el distrito de Humaitá sin necesidad de inversión estatal. Los parlamentarios de aquel tiempo, argumentando razones de soberanía, impidieron su ejecución, dejando al sur en la miseria y sea conquistado por traficantes de drogas, contrabandistas y ordeñadores de combustible, que hasta hoy son “los soberanos” de las zonas ribereñas.

La obras viales en curso, que ya se hacen sentir en varios puntos del departamento, ojalá también lleguen a la zona más heroica y postergada del territorio sureño. El escenario de las grandes batallas de la guerra contra la Triple Alianza, que merece un acto de justicia y redención. Un majestuoso edificio, que conoció tiempos de bonanza y hoy es una más de las Ruinas de Humaitá, con la inscripción de “La luz de la Esperanza” en su frontis, parece encarnar los sentimientos de los sureños. Destruidos por la Guerra, abandonados en la paz, a pesar de la injusta marginación, la esperanza sigue viva en los descendientes genuinos de los vencedores de Curupayty.

En manos del gobierno de Horacio Cartes está la respuesta. No es otra que el lema de los paraguayos en el momento más dramático de su existencia; o vencer con obras de infraestructura en tiempo de paz, o morir con más aislamiento y olvido por parte del Estado paraguayo.

clide.martinez@abc.com.py