Ante el dolor de los demás

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SALAMANCA. Decidí robar el título de un libro sobrecogedor de Susan Sontag porque habla de la actitud que guardamos, tantas veces equivocadas, ante el dolor de los demás. Esta actitud resulta cruel e inhumana como cruel e inhumano es lo que están sufriendo los otros. Es lo que ocurre en este momento en el país con las dos plagas que lo azotan: las inundaciones y la epidemia de dengue. Escribo de acuerdo a lo que leo y veo en los diarios. Por eso plantearé más preguntas que respuestas a lo que se está viviendo. En primer lugar el dengue y la forma en que es tratada una enfermedad que puede llegar a ser mortal. De hecho, hay mucha gente que ha muerto de esta fiebre. No quiero dar nombres para no olvidar a las víctimas anónimas y mencionar nada más que a aquellas que, por motivos profesionales o de condición social alta, se han hecho conocidas. Quedémonos con el dato que hubo muertos. Y muchos muertos.

¿Qué se está haciendo al respecto? ¿Hay campañas patrocinadas por el Ministerio de Salud que indiquen cómo se debe proceder en una situación como esta? ¿Se le explica a la gente qué medidas se deben tomar, no solo en caso de aparición de fiebre, sino, sobre todo, para evitar que la epidemia prospere? Uno de los caminos es evitar todo aquello que puede favorecer la reproducción del mosquito, como las aguas estancadas y las basuras acumuladas. La Municipalidad ha comenzado a perseguir a quienes arrojan basuras en plena calle; sí, la Municipalidad, pero el Ministerio de Salud ¿qué hace? Si evitar los sitios húmedos y las aguas estancadas es uno de los caminos a seguir, la cosa se pone bien difícil con el tema de las inundaciones, cuando se tiene el agua en la puerta de la casa; a veces, incluso en el comedor y en los dormitorios.

Se recomienda la fumigación. Pero con qué si se acaba de descubrir que lo que utiliza Senepa, la secretaría para la erradicación del paludismo, es agua sucia, así tal cual suena, porque alguien “distrajo” los fondos que debían destinarse a la compra del veneno necesario. ¿Se le ha castigado a alguien? ¿Se ha metido en la cárcel a los responsables? No, pues estamos convencidos de que en algún momento se va a producir el milagro que siempre esperamos que nos salve de esta angustiosa situación. Dicen que hace ya varios meses se alertaba sobre las inundaciones y el seguro retorno del dengue. ¿Por qué no se comenzaron a realizar entonces las fumigaciones? ¿No es acaso mejor prevenir que curar? ¿Alguien le ha reclamado a los responsables esta criminal desidia?

Las lluvias y las inundaciones vinieron. Hay decenas de miles de personas desplazadas, viviendo en refugios improvisados; decenas de miles de personas debieron abandonar sus casas. Después vamos a discutir el tema de por qué se permite levantar viviendas en zonas inundables. Este no es el momento de hacerlo, ya que es necesario aliviar lo que sufren los demás.

La respuesta hasta el momento ha sido organizar los carnavales aquí y allá. Cuentan que cuando se produjo el dramático terremoto de Lisboa el 1 de noviembre de 1755, que arrasó la ciudad y causó centenares de miles de muerto, al enterarse Voltaire de ello dijo no comprenderlo y escribió: “Lisboa está en ruinas y aquí en París bailamos”. ¿No estamos haciendo lo mismo? Centenares de miles de personas viviendo a la intemperie, dos ciudades, Alberdi y Pilar, amenazadas con un desastre inimaginable si cede el muro de contención ante la fuerza de las aguas, y aquí bailamos. ¿No sería más humano suspender tales fiestas para acudir en socorro de quienes lo están necesitando de manera desesperada?

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Hay otro motivo inquietante: en caso de epidemia, lo primero que se busca es evitar las aglomeraciones de gente para reducir las posibilidades de contagio. El dengue no se contagia de enfermo a enfermo, sino solamente por la picadura del mosquito. Para qué facilitarle el trabajo al maldito mosquito poniéndonos todos juntos para que vayan picando de uno en uno, todos en filas al ritmo de las batucadas y la alegría carnavalesca.

Es inhumano lo que están sufriendo las víctimas de las inundaciones y de la enfermedad, cómo cruel es la actitud la de los sanos y de quienes viven en tierras altas y secas. Cómo es inhumana e irresponsable la actitud de las autoridades que parecen no darse cuenta de la gravedad del momento que se está viviendo.

jesus.ruiznestosa@gmail.com