Aplanadora azulgrana y abrazo republicano

Los desastrosos resultados de los dos grandes partidos tradicionales en Ciudad del Este tienen una explicación sencilla: los colorados perdieron a causa del “abrazo republicano” y los liberales a causa de la puesta en marcha, en el Congreso Nacional, de la “aplanadora azulgrana” para defender la impunidad de los corruptos de ambos partidos. El rechazo masivo de intervención de municipios por los diputados fue la gota que colmó el vaso.

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En el pasado obtuvieron buenos resultados con esas estrategias, pero hoy por hoy tienen un altísimo costo político, porque la gente está más que cansada y muy enojada con el denigrante y desvergonzado espectáculo de corrupción, latrocinio y despilfarro del dinero público que protagonizan cotidianamente nuestras autoridades. Ese enojo ya llevó a una banca en el Senado al “bautizador”, Paraguayo Cubas; y ahora ha entronizado a un independiente en la intendencia de Ciudad del Este.

Es fácil entender por qué se llegó a la “aplanadora azulgrana”. Los partidos, los distintos movimientos internos y los legisladores que los representan (tanto que han dejado de representar a la mayoría de los ciudadanos) están asustados. La impunidad peligra y con ella los privilegios excesivos y los “ingresos extras”.

También está en peligro la tradicional forma de hacer política, basada en el clientelismo: cada vez más de “los suyos” están sentándose en el banquillo de los acusados o perdiendo sus cargos: legisladores e intendentes, pero también operadores políticos, familiares, amantes y amigos beneficiados con cargos bien pagados, en los que la mayoría simplemente planillea.

Más difícil de entender resulta este último “abrazo republicano”. Los colorados inventaron este término para llamar a una tregua después de sus internas, generalmente muy agresivas, para hacer frente unidos a las demás fuerzas políticas. Por la magia de este “abrazo” el ladrón de ayer, hoy es honesto; el borracho de ayer, hoy es sobrio; el inútil de ayer, hoy es un genio, etc. Acabados los comicios se termina el “abrazo”… Pero ahora no hay elecciones.

La única explicación es que, como prácticamente todos en la cúpula directiva del partido han cambiado unas cuantas veces de movimiento y de aliados, todos conocen demasiados trapos sucios de los demás. Presumiblemente de ahí provienen bastantes de las filtraciones de información y grabaciones incriminatorias que han llevado a unos cuantos ante la justicia… Así que más que un “abrazo republicano” se trata de una “guerra fría” para frenar la lluvia de piedras donde hay demasiados techos de vidrio.

Sin embargo, en el Partido Colorado no hay empates. Tengo años suficientes para haber visto más de un “abrazo republicano” fuera de periodos electorales y, en consecuencia, cada vez que vuelve a producirse ese mal llamado “abrazo” (en realidad es una tregua de enemigos irreconciliables, que aprovechan para afilar los cuchillos mientras se sonríen unos a otros en los actos públicos) me hago una pregunta: ¿quién es el cervatillo y quién la curiyú en este “abrazo”? 

Conviene remarcar que no tengo nada contra los pactos políticos. Son la forma normal de resolver conflictos en la democracia. Los parlamentos se inventaron para eso: para deponer las diferencias políticas, hacer un paréntesis en los conflictos sectoriales y llegar a políticas, programas y estrategias comunes, mediante acuerdos en los que todos los sectores ganan algo, pero también sacrifican algo.

Es el desprestigio del parlamento y la desconfianza en los políticos lo que hace que los paraguayos hablemos de “transadas” y no de “pactos”, porque la experiencia nos dice que la mayoría de las veces, por no decir siempre, que se ponen de acuerdo es por los motivos equivocados. Nuestros políticos generalmente solo pactan para hacer macanas, defender privilegios y esquivar el imperio de la ley.

Pero por lo visto el humor ciudadano no está para “aplanadoras” ni para “abrazos”. Lo que ha ocurrido en Ciudad del Este es una señal inequívoca: el electorado cautivo de los partidos tradicionales se está desplomando y con él, a la larga, se desplomará el bipartidismo, a no ser que empiecen a escuchar los reclamos de los ciudadanos sin esperar manifestaciones o escraches los obligen.

Algunos dirigentes muy poderosos de los partidos tradicionales no tienen otra salida que seguir por el camino de siempre, porque están demasiado embarrados por la corrupción o la complicidad con los corruptos; pero para salvar sus pellejos están muy cerca de destruir sus propios partidos.

rolandoniella@abc.com.py

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