Manuel Martínez Domínguez dice en el libro “La Buenos Aires Paraguaya” que la capital argentina fue una empresa netamente asuncena y en sus orígenes fue un “puerto paraguayo”.
Se sustenta en la hipótesis de que la primera fundación de Buenos Aires en 1536 por Don Pedro de Mendoza, no existió como tal y es un mito. La verdadera fundación de Buenos Aires se dio recién en 1580, por Juan de Garay cuya expedición partió de Asunción para la tarea colonizadora.
Las glorias pasadas deben ser un motivo de orgullo para seguir construyendo la ciudad del siglo XXI. Y esto es lo que falta que entiendan las autoridades municipales entre intendentes, concejales y la misma ciudadanía.
Asunción recibirá el nuevo año –por cierto electoral– con fuegos artificiales y estruendosos petardos por doquier.
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Sin embargo, lejos está de ser una ciudad que reluzca por su equipamiento urbano, limpieza, orden y conservación.
Un solo ejemplo basta para decir que la ciudad para sus gobernantes y gobernados vale muy poco.
La plaza donde se levanta el monumento a la Constitución de 1870 en el cual están grabados los acontecimientos y sentimientos patrióticos sobre los que se fundan nuestra nacionalidad subsiste a la buena de Dios.
En el lado norte la placa dice: “Fundación de la Ciudad de Asunción 15 de Agosto de 1537”; al sur “Primer Grito de la Libertad 1811”, al este “Jura de la Constitución Nacional 25 de noviembre de 1870” y al lado oeste: “Jura de la Independencia Nacional 25 de Diciembre de 1842”. Durante su inauguración el 3 de febrero de 1873 el entonces presidente Salvador Jovellanos discurseó: “Me es satisfactorio celebrar la inauguración de esta columna y que este monumento recuerde en adelante los días más gloriosos de la Nación”.
El historiador Hérib Caballero Campos recuerda que la Navidad en Paraguay era un día de “Fiesta Cívica” por disposición de los cónsules Mariano Roque Alonso y Carlos A. López. Por eso la calle Chile se llamaba “25 de Diciembre” hasta el año 1928.
En el entorno de este monumento tan trascendental están desperdigados bajo la descuidada arboleda, entre bancos rotosos, camineros maltrechos y canteros muertos, las esculturas más exquisitas que memoran el Centenario de la Independencia. A un lado se levanta el Cabildo, que fuera el “nuevo Palacio de Gobierno” en tiempos de López.
El resto del Centro Histórico conforma un amasijo de trastos desvencijados, fachadas descascaradas, profundos baches, escombros, manantiales de aguas servidas y surgentes alimentadas por pérdidas de cañerías.
Giovanna Arcidiácono de Sorbello (98), entrevistada por ABC TV en “La Asunción Escondida” recuerda cómo en su Sicilia natal la gente pinta las casas y limpia el barrio para las fiestas findeañeras. Práctica nada desconocida antaño en los hogares paraguayos, pero tal vez pasó de moda.
Asunción merece un trato mejor, más digno y una vida nueva en este año nuevo!