Autonomía y dependencia

El ser humano vive como un péndulo entre dependencia y autonomía. Entra en la existencia y nace en total dependencia y crece y se desarrolla adquiriendo autonomía. Es tanto más humano cuanto más autonomía adquiere para poder ser libre, al mismo tiempo que es más capaz de vivir en interdependencia con la naturaleza y en las relaciones humanas. Sin relaciones interdependientes tampoco es humano, porque el ser humano nunca es totalmente autónomo ni totalmente independiente. Su vida oscila moviéndose constantemente entre los dos polos: la dependencia y la autonomía. Ni es totalmente autónomo ni totalmente dependiente. Por eso, los educadores familiares y profesionales tienen la responsabilidad de ayudar a crecer en autonomía y saber vivir en las interdependencias.

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La educación es eminentemente procesual, tanto el educando como el educador la realizan en diversos procesos, por ejemplo: con la ayuda de la madre, del padre y la familia y en su tiempo y modo con los educadores profesionales las niñas y los niños pasan de la ignorancia total a adquirir conocimientos, a saber adquirirlos y a producirlos; de la impotencia total a saber moverse, caminar, actuar en infinidad de diferentes acciones; de la dependencia radical a la autonomía progresiva y la libertad; de la inconsciencia e irresponsabilidad a la responsabilidad; del aislamiento e incapacidad de relaciones humanas a la sociabilidad más allá del círculo familiar; y así, otros muchos procesos.

Las ciencias y las tecnologías están contribuyendo extraordinaria y maravillosamente a potenciar las potencialidades humanas a niveles insospechados, como están demostrando las tecnologías de la información y comunicación, el desarrollo de la inteligencia artificial, las ciencias y tecnologías aplicadas al espacio cósmico, la robótica, la nanotecnología, las ciencias de la salud con la neobiología, la ingeniería genética, la neurología, etc.

El ser humano apoyado con incontables nuevos recursos acrecienta su poder y se encuentra en condiciones de superar muchas limitaciones naturales, además de discapacidades, que hasta ahora eran insuperables.

Filósofos y científicos de vanguardia, motivados por el optimismo, se replantean el concepto de ser humano universalmente vigente en diversas culturas y se aproximan al concepto del superhombre y exploran el “transhumanismo”. Al mismo tiempo otros pensadores destacados, entre ellos grandes pedagogos, futuristas, antropólogos y hasta físicos como Hawkins(+), empiezan a rebajar el optimismo y a ponderar la ambigüedad y ambivalencia de ciertos itinerarios que la humanidad inicia con esos espectaculares descubrimientos y recursos.

George Leonard en su reciente y exitoso libro “Humanidad (Tecnologías vs. Humanismo)” ha promovido el debate de los beneficios y perjuicios posibles de los avances tecnológicos. A medida que las tecnologías y la inteligencia artificial facilitan la información, la comunicación, el cálculo, la memoria, la solución de problemas, etc., en esa medida los niños, adolescentes y jóvenes hacen menos esfuerzo en aprender a pensar y ejercer sus facultades personales. Si los servicios de Siri o Alexa, por ejemplo, les dan rápidamente respuesta a sus preguntas, ellos se sienten menos motivados a estudiar para buscar por sí mismos las respuestas. Trasladan la adquisición de información y conocimientos de su inteligencia activa a su inteligencia pasiva que se contenta con soluciones recibidas de archivos tecnológicos, que son las mismas para todo el mundo. Los que como Leonard alertan de esta nueva situación no rechazan las tecnologías y su valor, previenen de una nueva dependencia y masificación y solicitan que la educación actual y los Estados aumenten el presupuesto y atiendan más a una nueva pedagogía que dedique más inversión y atención al desarrollo humano en sí mimo.

El deslumbramiento ante las tecnologías no debe empobrecer el desarrollo de las facultades personales. La inteligencia artificial no debe frenar el desarrollo de las múltiples inteligencias de cada persona. Las respuestas grabadas en los archivos de las inteligencias artificiales no deben recibirse como las únicas posibles, definitivas y perfectas; aunque la verdad es una, los modos de acceder a ella y de expresarla pueden ofrecer muchas respuestas válidas y no deben paralizar al posible pensamiento creativo. Una sociedad que viva satisfecha con respuestas cerradas y presuntamente únicas para todos acabará con la riqueza de las culturas, de la diversidad y el pluralismo. La verdad tiene muchas puertas de acceso. Y precisamente la verdad nos da autonomía y “nos hace libres”.

jmonterotirado@gmail.com

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