Según la crónica periodística, Bruno Almada, de 26 años, el pasado 17 de mayo realizó una “performance” bailando envuelto en plásticos. Al ritmo de la música se fue deshaciendo de ellos hasta que finalmente se quedó en pantalones cortos. Luego se metió la mano en la bragueta y sacó un pequeño tubo de purpurina que esparció en el aire. Su número se llamaba “Paraguay no me mates”. Quien tenga interés en conocer mejor el caso, en nuestras páginas se publicó un breve vídeo de la “performance”. El vídeo fue visto por la fiscala Carmen Bogado quien, tras seis meses de “investigación“, decidió acusar y elevar a juicio la causa contra Almada, acusado de “actos exhibicionistas”. La cosa se complicó porque en ese momento, ya de noche, estaban en la plaza varios niños en situación de indigencia, desplazados por la crecida del río Paraguay. Según puede verse en el vídeo, el número de niños era llamativo. A raíz de todo esto, el entonces ministro de la Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia, presentó la correspondiente denuncia.
Bailar con poca ropa y exhibir partes del cuerpo no puede ser de ninguna forma delito. De haberlo sido, las bailarinas y coreógrafas norteamericanas Loi Fuller (1862-1928) e Isadora Duncan (1877-1927) habrían pasado toda su vida en alguna cárcel de alta seguridad. Y sin embargo fueron quienes revolucionaron toda la danza del siglo XX. Mostrarse sin camisa y con pantalones cortos, bailando con la intención de expresarse, es delito con pena de cárcel. Ir a la playa con el culo al aire porque sólo está cubierto por el famoso “hilo dental” es... no sé qué es.
En este caso, una vez más se equivocaron los papeles. Quien tendría que ser llevado a juicio oral y público es el responsable de la Secretaría de la Niñez. Porque mucho más escandaloso que mostrar el culo en público, es dejar que centenares de niños se encuentren vagando por las calles y las plazas, lejos de toda tutela de una persona mayor, expuestos a todos los peligros imaginables, a todos los abusos impensados, desde la droga hasta el sexo. Esta secretaría es un organismo público, el responsable está ganando un sueldo pagado por el Estado, es decir, por todos nosotros. Su obligación es encontrar una solución a este verdadero escándalo de los niños en las calles. Si no lo hace, pues está cobrando un sueldo de manera indebida ya que no cumple con sus compromisos.
Por último, en medio de este deplorable espectáculo que ofrecen funcionarios públicos, uno termina riéndose de la frase de “después de seis meses de investigación...” ¿Es que no tienen otra cosa más importante que hacer que invertir seis meses de su tiempo en “investigar” una danza que ni siquiera llega a los tres minutos para concluir en un juicio oral? Y cortarle la cabeza a un inocente, en el estricto sentido del término; porque inocencia es lo que deja traslucir en unas breves declaraciones hechas por Almada a este mismo diario.
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Hace algunos días el presidente de la República, Mario Abdo Benítez decía que tenemos que ser un país serio. Y justamente este caso viene a contradecirlo porque con tales funcionarios públicos que ni siquiera saben para qué están calentando una silla, parecemos nada más que un país de opereta. Ni de opereta, a lo máximo de “can-can” de aquellas “folies-bergère” de comienzos del siglo pasado.
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