Bolsonaro no es Trump ni Haddad es Lula

El resultado de las elecciones presidenciales en Brasil, sin duda, impactará de una u otra manera en los países con los que comparte frontera, incluido el Paraguay.

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Que a Brasil le vaya bien económicamente nos conviene. Eso redunda en mayor comercio en el Este, en Pedro Juan y Salto del Guairá.

Brasil es uno de los principales socios comerciales del Paraguay. Nos une el Mercosur, la comunidad brasileña residente y la que trabaja en zona de frontera; pero lo más importante en materia bilateral: Itaipú.

Pero, es de ilusos pensar que si gana el candidato conservador, Jair Bolsonaro, será más dura la relación; o que nos “conviene” una victoria del presidenciable socialista Fernando Haddad, porque será más fácil cualquier negociación bilateral.

Brasil fue regido como un imperio hasta finales de 1880, cuando acabó el reinado de Pedro II, y pese al cambio de ese sistema de gobierno, esa mentalidad fue manteniéndose, década tras década, gobierno tras gobierno; y no cambiará solo por Bolsonaro o Haddad.

Estamos hablando de la mayor economía de América Latina, expansionista y proteccionista. Y lo seguirá siendo, ya sea con Bolsonaro o Haddad como Jefe de Estado.

A Bolsonaro –a juzgar por su retórica y sus exabruptos– lo vemos como un gobernante verticalista, alérgico a todo lo que no se ajuste a sus ideas.

En lo económico, muestra su inclinación por el libre mercado, eligiendo como eventual ministro de Hacienda al liberal Paulo Guedes.

De posturas controversiales. Es un exmilitar, homofóbico –aunque en el tramo final de la campaña bajó el tono respecto a este tema–. En 1999 elogió al socialista venezolano Hugo Chávez, y hasta llegó a decir que era “la esperanza para América Latina”.

Sus modos y expresiones se acercan más a una arenga militar que a un discurso político. No podemos dejar de ver un parecido con el fallecido militar y político Lino Oviedo, cuando se mostraba como el mesías paraguayo. Y, mirando más al norte, lo comparan también con el presidente estadounidense Donald Trump, por su “lengua floja”.

Bolsonaro quiere “poner énfasis en las relaciones y los acuerdos bilaterales”. Mucho no ha hablado del Mercosur.

Por su parte, Haddad se animó a llevar la bandera del Partido de los Trabajadores (PT), que va en picada. Sucede con todas las agrupaciones políticas que fortalecen a un líder, y no a la institución. Con el tiempo tienden a desaparecer.

Es un ahijado político de Lula da Silva, usó hasta la primera ronda electoral el lema “Haddad es Lula, Lula es Haddad”.

Pero Haddad, un político de segunda línea en su agrupación, y profesor universitario, no es Lula; y aunque más insista en mostrarse como él, carece del carisma de su mentor.

En algo sí podría parecerse a su líder –ahora preso por corrupción– y es que de ganar, su actitud hacia el Paraguay sería la misma que tuvo Lula durante su gobierno: negarse a pagar el precio justo por la energía extra cedida en Itaipú y, para “calmarnos”, ofrecer migajas.

La política exterior del Brasil trasciende gobiernos. Itamaraty, sede de la cancillería brasileña, no improvisa. Vienen pensando cómo sacar ventaja de la renegociación hace rato, mientras el Paraguay sigue con pujas políticas internas... aldeanas.

Brasil se comportará como siempre se mostró ante la región y el mundo: un imperio.

Tengámoslo claro.

viviana@abc.com.py

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