En el trayecto una persona le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan? Él respondió: Traten de entrar por la puerta estrecha”.
Notemos que Él no responde directamente la pregunta, pero indica que la salvación es para todos.
“Buscar la salvación”, o sea, estar con Dios para siempre en la verdadera vida debe ser nuestro principal empeño y en cual ponemos nuestras mejores energías, pues Él ha preparado algo extremamente lindo, mucho más perfecto que todo lo que vemos y hacemos en esta tierra.
El motivo para buscar apasionadamente la salvación es sencillo: este mundo pasa, la vida termina, nos vamos y dejamos todo: constatamos diariamente cómo la existencia es insegura.
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El Maestro enseña que debemos recorrer el camino angosto y entrar por la puerta estrecha. Naturalmente, es un modo de hablar, pero tenemos que sacar conclusiones prácticas para nuestras actitudes.
En primer lugar, llegará el momento en que “la puerta se cierra”, lo que significa que vamos a rendir cuentas de nuestras palabras, obras, pensamientos y omisiones: con el Señor hay misericordia, pero no hay oparei.
Cuidarse con las falsas seguridades que pueden despistarnos. No basta pertenecer a un pueblo que se dice “cristiano”, que sin embargo, exhibe niveles deshumanos de marginación social y, seguramente, con la connivencia de este que se jacta de ser “cristiano”.
No es suficiente participar de algunos rituales religiosos, que podemos llamar Misa, rosario, procesión, pero que no conducen a un compromiso eficaz de buen samaritano, pues están en función de que “yo me sienta bien y esté en paz”: es el tremendo riesgo del egoísmo espiritual.
Buscar la salvación es no excluirse a sí mismo del Reino de Dios, pues hay el peligro de comer y beber con Cristo, sin embargo, pasar casi todo el tiempo haciendo el mal, es decir, la espiritualidad exhibida es teatral, pero la maldad efectuada es real.
La puerta angosta que lleva a la salvación es el compromiso con la justicia, no tener miedo de ser honesto, a pesar de todas las culebras y lagartos que hay que tragarse. Es buscar la humildad sin cansarse y tener tiempo para la oración personal.
Asimismo, hoy celebramos el Día del Catequista: enviamos a todos ellos nuestra gratitud y bendición, juntamente con sus familiares.
Paz y bien.
hnojoemar@gmail.com