Con esa misma enfermedad hoy se encuentra la Administración Nacional de Electricidad (ANDE). Se tiene energía eléctrica a montones, tan igual como la cantidad de agua que se escurre por el lecho del río Paraná. Hay energía a montones con tres hidroeléctricas funcionando y vendemos la que no usamos al exterior y se revende la que se usa en el país. Se sabe que la Argentina también vuelve a vender la electricidad pero con la ventaja de que ambos países vecinos cuentan con muy buenos distribuidores como en el fútbol y la energía les llega limpita a los usuarios argentinos y brasileños.
El Paraguay tiene ese problema. Llega con intermitencia y cada autoridad “eléctrica” trata de explicar el asunto y se embarran más en medio de la oscuridad. Es como si las tres enormes represas hidroeléctricas no sirviesen. La primera de Acaray fue inaugurada el 15 de diciembre de 1968, construida por la misma ANDE en US$ 36 millones con financiación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Luego vino la de Itaipú, con el rótulo de la mayor del mundo y después llegó el otro monumento a la corrupción, la de Yacyretá.
La encargada en distribuir la corriente eléctrica en el país es la Administración Nacional de Electricidad (ANDE), creada por Decreto 3161 del Poder Ejecutivo de fecha 29 de marzo de 1949 durante la presidencia del Dr. Felipe Molas López cuyo mandato se inició el 27-02-49 y duró hasta el 11-09-49, otras leyes de 1950 y 1955 organizaron a esa Administración y las disposiciones finales se firmaron el 12 de agosto de 1964.
No llega la energía a las casas y cada uno, envuelto en la oscuridad trata de aportar claridad al asunto. Existe ya en la ANDE un concurso de encontrar culpables. Desde la falta de inversión para los mantenimientos, siguiendo por la tarifa reducida para los funcionarios hasta terminar en una cantidad de edificios construidos, aparentemente sin planificación para el consumo de la energía. Las subestáticas que se incendian, las ciudades a oscuras y los electrodomésticos achicharrados ya son meras consecuencias.
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Cada quien se defiende a su manera, los funcionarios de la ANDE dicen que no influyen en la recaudación por ser un monto ínfimo, pero si sumamos las conexiones clandestinas, las instituciones estatales morosas, el crecimiento de usuarios, los planilleros que pululan en la ANDE y con la corrupción imperante vamos completando el panorama. Con gota a gota se llega al litro de la feroz corrupción que, en el Paraguay y en la ANDE, es más rápida que la velocidad de la luz.
Hace dos años se hablaba que la línea de 500 KV sería la solución y ya no regresaríamos al pretérito uso de las velas y de la pantalla plana, pero no LED, y amanecer en el patio a cuerpo gentil del tan querido y bien ponderado Aedes, mosquito que también llegó, junto a la corrupción, y se enamoraron del Paraguay como para nunca abandonarnos.
Con suerte y viento a favor, dicen que en un año se normalizará la situación. El país recibe dinero por la energía que no se usa, se traspasa a los 250 municipios y gobernaciones para la nada pero como las empresas del Estado no aceptan competencia están ávidas de manotear a las que funcionan como el caso Clyfsa de Villarrica y la chaqueña de los menonitas que andan esquivando la estatización. Mejor envío este comentario a la redacción antes de quedar sin corriente eléctrica nuevamente y en la oscurecida espera que alguna vez se le prenda la lamparita a la gente de la ANDE.
caio.scavone@abc.com.py