Candidatos, proyectos y azar

En la carrera, aún lejana pero ya iniciada, con miras a instalar candidaturas para las elecciones de 2018, el colorado Mario Abdo Benítez, presidente del Senado, apunta a aparecer con el aura de renovación y tradición partidaria enlazadas, una imagen que oculta antes que mostrar.

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El presidente Horacio Cartes está en la encrucijada de gobernar o dedicarse a pensar quién será el elegido para sucederlo en el cargo, ante la evidencia de que el proyecto de reelección se torna imposible.

La oposición, en tanto, carece de candidatos seguros. El PLRA reflota figuras del pasado reciente, como Salyn Buzarquis o Efraín Alegre, que difícilmente trasciendan más allá de las carpas partidarias. La izquierda agrupada en el Frente Guazú no tiene un plan “B” en caso de no correr la candidatura del expresidente y actual senador Fernando Lugo. Las posibilidades de formalizar esa postulación dependen de demasiadas variables, casualidades o transadas.

Abdo Benítez prepara cuidadosamente la ruta que desemboque en su candidatura. Su apellido está ligado a un periodo nefasto de la historia del país (que él reivindica). Pero tiene la ventaja de que no necesita, por ahora, el respaldo de Cartes. Es más, le conviene enfrentarlo para fortalecer su figura, jugando así a convertirse en el principal o el único candidato del oficialismo.

No obstante, en esa fortaleza, también se encuentra su debilidad. El hecho de perfilarse para ser el candidato colorado con mejores posibilidades motivará que una gran mayoría de dirigentes con pésima imagen pública se le peguen como abrojo (de hecho, varios ya lo están haciendo) y difícilmente pueda dejarlos de lado, porque sería peor tenerlo de enemigos.

Por otro lado, un acuerdo político con el Presidente de la República, antes o después, será inevitable y no se concretará sin que haya de por medio algunas imposiciones. Cartes, más allá de que no pueda ser candidato él ni digitar a su sucesor, siempre contará con la irresistible seducción de la billetera sin fondo para negociar y eso le permitirá plantear condiciones, que habría que ver hasta que punto “Marito” podrá cumplir.

Todo eso, sin contar el entramado de intereses que deberá congeniar con los otros actores que aspiran a ser candidatos, como el senador Luis Castiglioni, el vicepresidente Juan Afara, el gobernador Luis Gneiting y hasta el venido a menos dirigente esteño Javier Zacarías. Ellos querrán vender cara (en el sentido metafórico y a lo mejor literal) su eventual renuncia y/o respaldo.

Los liberales, en tanto, se enfrascan este año en una interna por la presidencia de su partido que servirá sobre todo para agudizar disputas y enconos internos, de vieja data y de nunca acabar. Pretender que después surja un candidato del PLRA de consenso, con alguna posibilidad real de llegar al poder en el 2018, parece una utopía.

Entre los sectores de izquierda o progresistas en general, solo suena hasta ahora la candidatura del expresidente Lugo, sobre cuya legalidad y viabilidad hay más dudas y fantasías que certezas. Otros proyectos que se escuchan al pasar, como acuerdos multipartidarios entre sectores de la izquierda, la ANR y el PLRA caen en el terreno del absoluto azar.

La casualidad y la fortuna, no obstante, han sido un componente que nunca estuvo del todo ausente de la realidad política paraguaya. A esta altura, cuando la actual administración cartista no completó la mitad de su mandato, es imposible descartar del todo imprevistos políticos como los que no han acompañado a lo largo de nuestra incierta vida democrática.

mcaceres@abc.com.py

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